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By Tom


Duele.

Se ha instalado en mi pecho como una presión angustiosa que no me permite respirar. Es verdad que he sido yo quién decidió dejarlo ir, pero eso no lo hace menos doloroso. Decidí no verlo más, no seguir sintiendo más entonces, ¿cómo puede esa decisión hacerme sentir tanto dolor? Como si estuviera errado.

Lo peor, es recordar el rostro estupefacto de él y el hecho que pueda estarme odiando.

ÉL...

No puedo pensar en su nombre porque comienzo a temblar. Tampoco he soltado una sola lagrima desde que llegué del puerto, sin embargo, me siento vacío. Tengo solo estos sentimientos que amenazan con asfixiarme. No creo volver a juzgar a los poetas o cualquier persona que haya sentido algo como esto. Estar solo y roto es poco agradable. No recuerdo una tristeza parecida ni siquiera cuando pasé situaciones tan difíciles de pequeño.

Incluso mi habitación se siente pequeña, extraña y sumamente fría. Llegué hace horas, lo primero que hice fue mandarle un mensaje a Gustav, aun cuando sé que puede estar odiándome por haberlo engañado con nuestra amistad, me sigue preocupando. Mi plan más elaborado ha sido meterme a la cama y hacerme ovillo.

Mi mente y mi corazón tienen una lucha, lo que hace todo más insoportable. Mi mente está convencida que he hecho lo correcto en dejarlo ir, tomarme tiempo y superar este amor el cual creció incluso cuando estuve resistiéndome.

Mi corazón dice que soy un completo idiota que dejó ir una amistad o un posible amor.

No es tan fácil.

Así como las sensaciones que tenía, con él fueron aumentando hasta convertirse en un amor desconocido y fuerte. Así debe transformarse este dolor para que pueda sobrellevarlo. Pero, ¿qué pasará con todos estos años de amistad? Esa pregunta me sigue dando vueltas, y no conozco por primera vez la respuesta a algo.

~ • • ~

Toc Toc Toc...

Estoy confuso. Mi cuerpo se siente pesado. No recuerdo haberme quedado dormido. Los sonidos afuera se incrementan, están muy cerca.

¿Otra vez duermo en la sala?

Despierto de mal humor, y me percato que me encuentro en mi habitación. Alguien está tocando la puerta de mi habitación con fuerza.

¿Qué demonios? ¿cómo entraron a mi casa? ¿acaso dejé abierta la puerta principal? ¿la servidumbre no se hizo cargo?

El despertador anuncia que son las 5 pm, dormí la mayor parte del día. Imágenes del día anterior y sentimientos asfixiantes regresan, apenas logro jadear de lo intenso que son. Con dificultad me pongo de pie atravesando la habitación hasta la puerta, antes de girar la perilla me doy cuenta que tiene el seguro, la puerta vibra cuando vuelven a tocar fuertemente. Y abro de un tirón irritado.

JODER.

—¿por qué cierras la puerta con pestillo? ¿qué pasa si te mueres dentro? Nadie podría saberlo— dijo Bill depocritando.

Él entra a la habitación como un huracán, comienza a quejarse de mi cama hecha un desastre y que he dormido con la ropa puesta de ayer “eso es antihigiénico” había dicho. Yo lo miro, lo miro y lo miro sorprendido desde la puerta. Entonces va hacia la ventana y abre las cortinas de un tirón. La luz entra como si él la hubiera traído consigo.

𝐃𝐄𝐁𝐈𝐋𝐈𝐃𝐀𝐃 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora