Dolor de cabeza.
Dolor en mis brazos, nudillos y frente.
Nadie puede culparme por estar molesto. Ni siquiera Chantelle me ha dirigido la palabra desde que llegué al trabajo. Anoche metí la pata hasta el jodido fondo, no obstante, Mark me las va a pagar. El tipo de negro que me detuvo seguramente trabaja para él, ¿por qué es tan cobarde? Solo provoca y retira la mano.
No dormí bien, por ello llegué al supermercado a las 9:00 AM, me he metido en el trabajo de lleno, incluso he atendido a la mayoría de los clientes, no quiero tener pensamientos de ningún tipo a menos que sean cuentas, pero en realidad, sé el motivo por el cual anoche no descanse bien. Cierta persona no estuvo ahí abrazándome para darme calor, tendré que comprarme una bolsa caliente.
Apenas es el primer día oficial sin él y siento como si me faltará algo. Muy dentro de mí sé que esto no es normal. No puedo ser tan codependiente, no de esta forma, sé perfectamente que no es saludable, sin embargo, ¿quién demonios podría decir que yo soy alguien ‘normal’ teniendo mis antecedentes familiares? Que burla.
El día sigue avanzando, Chantelle continúa sumida en sus pensamientos, tecleando y con su mirada fija en la pantalla del ordenador, lo agradecía, no soportaría su chillona voz o sus juegos. A la hora de la comida, para mí sorpresa ella ordenó comida para ambos, aunque ni siquiera disfruté la pasta de mi restaurante favorito. Mi mente se ha centrado solamente en atender a las personas. De repente mi humor comienza a mejorar cuando anochece y todo se debe a que mi mente ha descansado de pensamientos innecesarios y solo se enfocó en el trabajo.
—Joven, Tom— dijo Lena acercándose con una charola en sus manos —Como no ha salido a comer, le he traído la cena hasta aquí.
Asentí.
—¿Qué has preparado?
—Waffles con azúcar en polvo y un poco de chocolate derretido, algunas fresas picadas y un vaso de zumo de naranja.
—Está bien, comeré en un momento— dije mientras me levantaba de la cama —Puedes dejarlo sobre la mesita. Y, feliz cumpleaños Lena.
—Gracias, joven— respondió Lena sonriendo y saliendo en seguida.
Mi habitación es la más grande de todas, por tanto, contaba con un baño extremadamente grande, incluyendo un jacuzzi, el balcón es inmenso ~por así decirlo~ allí siempre se mantenía una pequeña mesa y una silla donde suelo tomar café en las mañanas los fines de semana. Es perfecto. De repente unos golpes tímidos se escuchan en la puerta de mi habitación, son tan bajos que apenas logro darme cuenta. Miro el reloj en mi muñeca son las 7:30 PM seguramente es uno de mis empleados.
—Adelante— digo con voz fuerte.
Un chico vestido con el uniforme de jardinero ingresa a mi habitación, lleva una gorra negra apretujada contra su pecho como si se aferrara a esta y su rostro luce pálido. Ha llamado mi atención por el contraste de su cabello negro oscuro contra su piel. Me recuerda a cierta persona, pero no diré quién es... buah...
—Buenas noches, joven. Lamento molestarle en estos momentos pero, hay un asunto del cuál quisiera hablarle— dijo él con una voz tan suave y baja. Era joven, de algunos, ¿Diecinueve años?
—Ah, ¿Sí? Puedes proseguir...— me parecía extraño, ya que únicamente me hablaban cuando me encontraba fuera de la habitación, nadie más que Lena se atrevía a entrar aquí.
El chico mete la gorra en uno de los anchos bolsillos de su uniforme, me mira con vergüenza y un leve sonrojo en sus mejillas.
—Sé que no llevo mucho trabajando aquí, y que aún falta por mi primer pago, pero, quería pedirle un inmenso favor. Mi mamá está enferma, y necesito el dinero para comprar sus medicamentos, me preguntaba si usted...— rascó su cabeza —...si usted podría darme un adelanto...— susurró entrecerrando sus ojos temiendo a mi respuesta.
Le miro atentamente, ¿Es un nuevo empleado? ¿Desde cuándo tenemos nuevo empleado? ¿Que pasó con Alfred, el jardinero que conozco desde que soy un pequeño crío? El chico muerde su labio inferior y me doy cuenta de que necesita una respuesta cuanto antes. No encuentro algún indicio que me indique que miente así que acepto a su petición.
—Bien, habla con Lena... dile que te entregue el sobre con tu pago...
—Oh, muchísimas gracias joven...— sonrió, y juro ver cómo sus ojos se iluminaban de repente.
Sonreí levemente, él desapareció por la puerta cerrandola con cuidado, al quedarme a solas bufé. Me acerqué a la mesa donde se encontraba la charola con mi cena y la tomé para situarla en mis piernas. Veía la comida, y por más apetecible que se viera, no se me antojaba. Pincho con el tenedor un trozo de fresa y lo llevo a mi boca para masticar, y justo después de eso mi móvil vibra, estaba sobre la almohada, en mi cama, bufo y extiendo la mano para ver de quién se trata. Al encender la pantalla, un sentimiento de culpabilidad inunda mi pecho. Hay muchos mensajes y llamadas perdidas de Bill.
Ocho y media, de la mañana...
“buenos días, tommie”
“ayer te di un toque y me mandó a buzón”
Doce y cuarenta y cinco, del medio día...
“¿Por qué demonios no contestas los mensajes y llamadas?”
Tres y doce de la tarde...
“estoy preocupado por ti...”
“te extraño”
Ocho y nueve, de la noche, mensaje reciente.
“¡Tooom!”
Ruedo los ojos y una leve sonrisa se forma en mi rostro, dejó el tenedor sobre el plato y cojo el móvil con ambas manos dispuesto a responderle.
“No seas exagerado, en un momento te devuelvo la llamada”
Nada más enviar el mensaje, mi móvil vibra, Bill me esta llamando.
Suena, uno, dos...
—¡TOM! ¿SABES LO PREOCUPADO QUE ME TIENES?— saluda Bill enojado y alterado al otro lado de la línea.
—Lo siento...
—¡NADA DE LO SIENTO!, ¡HE LLAMADO A TODO MUNDO Υ NADIE SABIA DE TI!
—¿Quieres dejar de gritar? Mi cabeza va a explotar.
—¿Por qué va explotar? ¿te golpearon mucho?— pregunta ahora más calmado.
—Sí y no. Lo siento de nuevo, he tenido un día lleno de trabajo, no mire el móvil.
Bill gruñe bajito: —Georg me contó todo, ¿te encuentras bien? ¿con quién te peleaste?
—Con nadie, Georg debería meterse en sus propios asuntos— me quejé tomando el tenedor de nuevo y pinchando un trozo del waffle doradito, con el móvil en la oreja. Mi apetito había vuelto por arte de magia, o tal vez solo necesitaba a Bill, pero no aceptaré eso, ¿Vale?
—Él moría por contarme todo a detalle, y creo que es bueno ya que mi novio no se dignó a responderme en todo el día...— acusó Bill con voz suave.
—Lo siento, ¿Cuántas veces quieres que lo diga?
—Tantas veces, hasta que me harte de tu voz— refunfuñó Bill.
—De acuerdo— respondí sonriendo. Mi humor mejoraba con solo escucharlo.
—Te extraño— dijo él.
—Yo también, Bill. Mucho— suspiré.
—Es bueno oírlo, creí que era el único loco en esta relación.
—Perdona, Billie pero, la verdad es que si lo eres.
Ambos nos echamos a reír. Después de eso, la llamada se alargó y la comida tuvo que esperar.
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𝐃𝐄𝐁𝐈𝐋𝐈𝐃𝐀𝐃
Fanfiction𝐃𝐄𝐁𝐈𝐋𝐈𝐃𝐀𝐃 | ➳ ❝Mi debilidad es él y esos ojitos tan hermosos que tiene...❞ contenido toll, Twiscest not related.