09

253 33 0
                                    




Por la mañana, Bill cumplió con lo dicho. A las 7 am él tomó el avión que lo enviaría lejos de mí. Su despedida fue corta, en especial porque él sabe que las odio, en segundo porque despertó... tarde, lo cual le provocó un humor de mil demonios. Incluso llegó a culparme por haberlo mantenido “ocupado” ~si es qué así se le puede decir a la noche de sexo intenso que tuvimos~ hasta casi altas horas de la madrugada.

Al mediodía los síntomas de melancolía surgieron, sin duda comencé a echarle de menos debido a que Bill había establecido una costumbre, él suele traer la comida y ambos almorzar juntos en el trabajo o si nos encontrábamos muy ocupados, recurríamos a una videollamada mientras comíamos cada uno; él en la cafetería de la facultad y yo en el trabajo.

El trabajo en el supermercado tampoco era pesado lo cual provocaba que tuviera más tiempo para pensar, y Bill no iba a comunicarse conmigo hasta que lograra un tiempo libre entre las visitas de su familia entera. De repente Georg envió un mensaje al grupo, sugirió beber por la noche debido a que era viernes, todos aceptamos. Tal vez un tiempo fuera me libraría de este sentimiento.

A las ocho de la noche nos reunimos en un pub cerca de la casa de Gustav, los lugares por ahí eran más como clubs nocturnos, pero según Andreas, estaba de ánimos para conquistar. Nadie se negó, no cuando nuestro amigo estaba pasando por ciertos cambios en su vida. En cuanto nos sentamos en nuestra mesa y ordenamos cervezas los chicos me bombardearon con preguntas sobre Bill y yo. Les expliqué lo mejor posible que habían surgido problemas aquella vez que Gustav intervino y que las cosas habían mejorado.

—Esa noche Bill no durmió nada, espero que no me vuelvas a meter en sus asuntos, ustedes realmente son algo serio— dijo Gustav bebiendo de su cerveza.

Asentí.

—Pelean como si el mundo fuese a terminar; es agotador amigo— añadió Andreas echándose a reír.

Georg soltó una carcajada que Gustav acompañó.

—¿Quieren parar de hablar de Bill y de mí como estúpidos cotillas? Hay mejores temas— me quejé.

—Ya. Es divertida vuestra historia— explicó Gustav.

—En fin, por cierto ¿sabían que al profesor Jost y a la directora se les vio comiéndose la boca en el aula de gimnasia?— preguntó Georg de repente.

Y entonces la conversación se dirigió sobre las diferentes relaciones ‘secretas’ en la universidad. Ninguno de nosotros nos preocupamos por la hora, las cervezas aparecían mágicamente en la mesa y las bebíamos a cómo iban llegando, Andreas de repente estaba ebrio para el final de la noche. Gustav aceptó pagar esta vez, Georg se encontró coqueteando con una chica, así que terminé por ayudar a Andy. Salí del club arrastrando al pobre chico, en verdad debe estar atravesando por una buena situación, él no suele emborracharse tanto. Una vez afuera del bar una arcada atravesó a Andreas, rápidamente lo acerqué hasta el pequeño callejón, fue entonces cuando soltó su estómago.

Uhg... asqueroso.

Di unos golpes en su espalda ayudándolo, no podía quedarse con eso o moriría ahogado. Las cosas que se hacen por los amigos son incalculables.

—Oh, si eres tú.

La voz chillona y poco bienvenida dijo a mis espaldas. Suspiré, había sido una buena noche. Al girar Mark se encontraba parado ahí vistiendo una camisa amarilla canario espantosa, al parecer estaba dentro también.

—Ajá— logré decir sin interés y ocupándome de Andreas.

Mark observó en mi dirección.

—Mmm, creí que era Bill. No sueles cuidar de nadie más que no sea él. Interesante— dijo el imbécil con una enorme sonrisa.

𝐃𝐄𝐁𝐈𝐋𝐈𝐃𝐀𝐃 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora