V de venganza

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— Ya tengo tu guardarropa nuevo.

— No es para nada mi estilo.

—Te gustará es cómodo.

Mi vista se va hacia las prendas, en realidad parecen cómodas pero por el ángel no le quiero dar más la satisfacción. Todavía no puedo creer que él y su madre estuvieran juntos.

—Sobre eso, yo creo que podría ser solamente yo misma.

—Siempre lo eres amada, pero necesitamos la fachada. Por cierto ya sabes lo que va a pasar si alguien se entera.

—Asesinas a los que me importan y de paso a mi.

—Tonta esposa, no haría nada para lastimarte pero me alegro de saber que eres muy lista.

Traducción: Soy un hijo de puta que va a cometer un asesinato si las cosas no salen como él quiere.

—También tengo tus documentos de inscripción listos más todo lo que vas a necesitar para asistir nada más que lo mejor.

— Pareces más feliz que yo.

Y yo era la que por fin iba a salir. Probar una gota de libertad.

— Me muero por verte con esta ropa, quiero ser testigo de tus logros.

Pongo los ojos en blanco, ante el tono entusiasmado. Y los suyos se oscurecen.

— Todavía puedo dar marcha atrás...

— Es barco ya se fue, hace mucho. Mientras tanto hablemos de la forma en la que nos vamos a comunicar.

— ¿Qué no has dicho que regresaría aquí?

— Es cierto, pero mientras estás en el instituto tengo que poder saber de ti, entonces he preparado tu laptop y celular, ya tiene mi número y la cuenta de correo electrónico.

— ¿Cuándo los voy a tener?

—Cuando sea el primer día de clases.

— ¿Qué pasa si llego demasiado cansada para hacer nada más?

— No me preocupo por eso, siempre podemos estar juntos.

— ¿Tendrás sexo con otra? —es mezquino, está mal que pregunte, soy una persona horrible.

—No, mis votos fueron hasta que la muerte nos separe e incluso entonces, seguiré siendo fiel a ti, no voy a estar con nadie más. Te amo, amada.

Sus palabras me reconfortan, es que soy una pendeja de marca registrada.

—Suenas tan sexy diciendo eso.—le digo, he practicando día y noche mi voz, hasta convertirla en una réplica de la suya, esa que me saca de quicio y me vuelve una enferma sexual.

—Amada, eres una provocadora. Una ninfa sexual, una diosa que merece ser adorada de pies a cabeza. ¿Qué quieres?

—Que me des de comer.

Ni madres puto, quédate con las ganas.

—A tus pies, nena.

...

La comida fue espléndida. En ningún momento hubo alguna insinuación sexual, pero estuvo provocándome el resto del día. Quería pedirle hacer algo más, pero lo correcto era resistirme, no caer en la lujuria.

Al final me ha regresado a la habitación, conmigo temblando de frustración. Quería arrancarle de la cara su estúpida sonrisa.

A último minuto, llevo mi cara hacia la suya. Mis ojos se cerraron, esperaba el beso que iba a desatar nuestra sed. No ha llegado, así que los abrí y he visto la burla en sus ojos.

—V de venganza. Significa amada, que si quieres ser una provocadora, asume que te lo puedo regresar multiplicado con creces. Descansa amada, sueña con los mucho que hubiéramos disfrutado.

El desgraciado me da un beso casto. No reaccione hasta que la puerta se ha cerrada tras suyo, mis manos se cerraron en puños. Me quite la ropa, con el enojo ardiendome.

Esa noche no pude dormir, estaba acostumbrada a él.

ABC del controlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora