L de libera tus pecados

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—Estas muy callada.

—Estas demasiado vivo.

—¿Todavía quieres matarme?

—¿Me sigues amando?

—Siempre.

—Entonces ya te he respondido.

— Me han dicho que te has negado a recibir tus lecciones del día.

—No lo hice, estoy cansada de recibir las mismas.

—Adoras estudiar.

—No creo que necesite saber más de tus manías.

—No dices eso, cuando estamos en una escena.

—No creo que practicar la asfixia sea conveniente.

—No vas a matarme, estás en esta fase de molestia. Cuando te des cuenta de que soy todo lo que amas y no pienses en escapar, tendremos una vida feliz.

—Dejame ir.

—No, puedes pedirme lo que quieras. Que te vayas incumple el propósito de tenerte a mi lado para siempre.

— Para siempre es mucho tiempo.

—O significa nada, lo sabes bien.

—Podrías encontrar a otra que se adapte a tus deseos, es fácil.

—Sales de un tema a otro. Otra mujer no me va a satisfacer.

—Organiza su secuestro, igual al mío.

—No siento amor por nadie más que no seas tú.

—No es amor.

—Si lo es.

—Acaba de una vez.

—Quiero escuchar más de tus pensamientos.

—Y yo quiero mi libertad, supongo que ninguno de los dos tiene realmente lo que quiere cuando lo quiere.

—No estaría tan segura, te tengo siempre que lo quiera.

—Mi cuerpo, el resto es mío.

—Lo gracioso es que te lo repites para engañarte, tu cuerpo, mente, corazón y alma son míos.

—Sencillo elimino mi suscripción a la vida.

—En el momento en que lo hagas, tus padres se van y yo me voy también, sin ti la vida no significa nada para mí.

—Te escuchas alguna vez, suenas tan trastornado que es sorprendente que nadie más sepa de tu inestabilidad.

—Las personas ven, lo que quieren ver. No es complicado para nada, tu eres prueba de ello amada.

—Yo veo al monstruo debajo de toda tu imagen inmaculada.

—Las niñas quieren príncipes, las mujeres villanos pero tu amada quieres al monstruo.

—Escoria.

Su deseo rezumaba como una herida abierta.

—Inicia.

—L de libera tus pecados. Significa que uses esa sucia boca tuya, dejes de ser un mimado de mierda y aprendas a respetarme.

....

El carmesí en su piel de alabastro es un contraste maravilloso con la decoración, las gotas de sangre que antes me molestaban ahora me parecen de lo más estimulantes.

Estás podrida. Tiene toda la razón, amas al monstruo.

La bolsa sobre su rostro, apretar y sentir como le estaba quitando el aliento me hizo sentir el poder que tenía. Fantaseo con matarlo, abrirlo en canal y escuchar sus gritos de terror mientras pierde su vida...en cambio dejo que respire y me folle tan duro que la alfombra bajo mis pies me deja quemaduras en la cara.

ABC del controlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora