H de herir es un placer

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Estás perdiendo la cabeza. Bueno los locos no saben que están locos, entonces si pienso en ello, creo que no lo estoy.

Después de ayudarle, él se fue. Claro hubo un tiempo en el que me sentía resentida, debí agradecer que no volviera pero lo hizo. Me engaño de lo lindo, era tan ingenua y él parecía tan bueno.

Las salidas, poco a poco aumentaron, parecían coincidencias. Estúpidamente lo creía, así de cegada estaba, pensando tontamente que había encontrado al hombre de mis sueños.

Que sabría yo, una ingenua que no había entrado al instituto todavía, faltaba poco para hacerlo pero fue mi error lo que me llevo aquí. La bondad.

Mis padres lo amaron, era la definición de hombre amable, tranquilo e inteligente. Sus modales impecables, que me dejaron salir con él.

Dios que horrible experiencia, saber que pude dar marcha atrás, pero me aferre a su amor. Deje que me llevará a su hogar, después de todo era un fin de semana, ya habíamos hecho eso antes.

No fue así, me llevo a esta habitación. Se sentó frente a mi y me entregó una carpeta, estaba tan confundida.

...

—Inicia.

—H de herir es un placer.

Mis labios dejaron salir las palabras que él deseaba escuchar. La vista ante mi era patética y mi cuerpo lleno de deseo lo era más. Eres una abominación, este es tu castigo por ser una ingrata, que dirían tus padres si te vieran en estos momentos eh

Mi mano, estaba entre sus nalgas, ahí estaba yo a punto de meterle la mano por el trasero. Señor allá arriba, si me escuchas, si te apiadas de mi, has que esto jamás lo sepan mis palabras.

Le penetre y le escuché gemir con deleite. Me instigo a romperle el culo y fue precisamente lo que le hice, ví sangre salir de su ano. No me importaba y a él tampoco ya que su semen luego del orgasmo al que le lleve, era una vista más impresionante. Se derrumbo, más me obligo a dejar la mano enterrada.

—Mmm sientelo. —me dijo con voz pérdida.

¿Sentir?
Que carajo yo iba a sentir, mi coño contraído que ansiaba que le metieras la verga o mis pechos doloridos porque te los comieras con la boca.
Acaso era mi absoluto odio por mi misma, porque ahora era tan asquerosa como tú.

Mi mano,tanteo tu interior, los nervios en su entorno y esa debía ser su próstata. La apreté, mirándole restregarse como una perra. Gritaba y lloraba, pedía clemencia. Eran mentiras, estaba disfrutando esto, se venía. No le duele, ama esto.
Estúpida.

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