NOCHE EN TANGER

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Faltaba casi una hora para el amanecer, y el océano Atlántico bañaba la hermosa playa de Tánger. Sin luna, la oscuridad lo envolvía todo, devorando todo a su paso.Farid prestó el teléfono a Iván para hacer una llamada a Madrid. Iván insistía en que se lo diera, pero Farid no estaba de acuerdo. Según él, podrían rastrear su llamada. A lo que Iván respondió con un gesto de burla:—¿Qué pasa? ¿Somos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado de Marruecos? —¡No sabes dónde estamos metidos! —gritó Farid—. Eres un niñato. Su acento remarcaba cada sílaba, dejando claro su enfado y preocupación.


—Perdona, Su Majestad —contestó Iván con otra burla.—Por cierto, aún no me has dicho por qué te llaman "el rey" —preguntó Iván, curioso y con una pizca de ironía.Farid hizo un gesto como para darle una colleja y contestó con una sonrisa:—Si me cuentas quién es la tal Brenda a la que has llamado, te lo digo.—Iván preguntó con sarcasmo—. Oye, rey, ¿qué hacemos de noche en esta playa, si se puede saber?

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