"𝑩𝒖𝒆𝒏𝒂𝒔 𝒔𝒆ñ𝒐𝒓𝒊𝒕𝒂 𝑬𝒗𝒂𝒏𝒔..

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No sé cuánto por cuánto tiempo había quedado tirada en mi cama dormida, al parecer me veo tan agotada. Con pereza levante mi cuerpo del cómodo colchón y encaminarme al baño de mi cuarto, me mire al espejo y estaba fatal; mi cabello estaba tan desordenado y mi rostro adormilado, babeado y con marcas de que me relaje en la siesta.

Escuche ruidos en la planta de abajo, mamá llamándome, aún así me tomé mi tiempo e hice mis cosas como de meterme a la ducha con una caliente agua escurriendose sobre mi piel. La puerta del baño fue tocada, haciéndome cerrar la cortina de la ducha;

—¿Sí?— respondo, poniéndome shampoo

—Eva mamá necesita de tu ayuda con algunos postres, ¿vienes?— la voz de una Emma emocionada oi detrás la puerta.

—Enseguida, falta poco para que termine...

—¡Ok!—

Segui en lo mío hasta terminar de lavarme y salir envuelta con una toalla.

Apenas me vestí baje hacia la planta baja, oyendo algunas risas en el living, caminé hasta ahí encontrándome a Gordon y Max hablando.

—Hola Eva— sonrío mirándome, con una mano me saludo de manera educada.

Asentí con una sonrisa y salí del living, entrando a la cocina, mamá estaba haciendo algunas cosas mientras había niños o animales invadiendo nuestra cocina, Tom y Bill jugaban entre ellos por comer la crema pastelera que sobró en la batidora. Mientras Emma reía feliz viéndolos así, al igual que yo, ladee una pequeña sonrisita de costado viendo al trenzudo en su momento más cómico, tal vez no pero para mí lo era.

—Eva cariño, ¿me ayudas hacer el decorado?— me salía perfecto el decorado que otra cosa. Bueno, no tan así pero sí, era mejor haciendo cosas dulces que saladas.

—Ohh buenas señorita Evans, ¿ya cayó de su cama?— decidio bromear el trenzudo, regalándome una sonrisa burlesca. Lo ignore, pasando por su lado e ir con mamá.

—Buscaré algo para que lo pongas arriba...— Murmuró mamá, saliendo de la cocina e irse a sus cajones en dónde guardaba ciertos dulces y decoraciones comestibles para las tontas u otros postres que hacía.

—Bill vamos con al living un rato— escuche que Emma le susurró al gemelo menor, esté pareció no captar la indirecta, respondiéndole;

—Ah no, quiero quedarme a ver como decora el pastel— Bufó como un niño caprichoso, tuve que esconder una risa y seguir en lo mío. Que me estaba quedando bien poner la crema pastelera en cada piso de bizcochuelo.

—Vamosss— ella no hizo tanta fuerza sino que Tom lo empujo, mandando su cuerpo afuera de la cocina, oi que Emma riendose salió detrás del gemelo que soltaba berrinches.

Senti el verdadero terror al quedarme sola con Tom, esté no perdió ni un minuto y me volteó. Quedando cara a cara con él

—Hola— sonrió de lado mostrándose coqueto

—Tom debo seguir con la crema— retire sus manos de mi cintura, con cuidado, para ponerme a esparcir la crema por una última capa. El no se resistió y bufó, poniéndose detrás mío y rodearme con sus brazos. —Tom no, basta, estamos en mi casa...— me moví en sus brazos incomoda, tratando de que se alejara y retirara sus manos de mi abdomen.

—¿Estás bien o qué?— Asentí con una sonrisa, aún concentrada en el pastel —No parece Evans— ruedo los ojos

—Quédate callado o come la crema pastelera, haz algo por que me incomodas— susurró viéndolo a los ojos, el Solto una risa egocéntrica para esconderse de hombros

—No tengo la culpa de ser apuesto, intimidante, chulo, buen mozo, de todo menos feo— ambos soltamos una risita viéndonos. El agarro la cuchara con crema y la paso por mi boca —Mh, rico...— Jugó con la cuchara lamiendo, sacando toda la crema y dejar un poco en sus bigotes. Y apropósito.

—Comes igual a un niño— me quejé, riendo de el —...limpia tu boca— le di una servilleta haciendo que el me apartara del pastel, poniéndola en mi mano. —¿Acaso, no sabes limpiarte?—

—No, hazlo tu— me queje pero terminé por acceder, iba a pasar la servilleta a sus labios para limpiar retirando la crema. El negó, corriendo mi mano..—Pero limpiame con tu boca—

—Tom, ¿cómo crees?— miré a la puerta, viendo si mamá no nos atrapaba de esta forma. —Olvidalo, hazlo por ti solo...

—¿Que tiene de malo?

—Y me lo preguntas— reí irónicamente, agarré la servilleta harta para limpiarlo, de una vez por todos sus berrinches de niño. Pero fue más rápido, jalando mi mano y hacerme juntar sus labios contra los míos, por el duro golpe soltamos un gemido del dolor. Apenas iba abrir mi boca para moverlos, pero alguien decidió interferir.

—¡¡Oh Dios mío!!— Rápidamente me desprendi del cuerpo de Tom y sus labios, volviendo al pastel, maldita sea —Entonces...era cierto, tampoco estaba alucinando, no veía nada malo sino...ustedes dos tirándose onda, ¡Dios mío gritó Emma, saltando de emoción y a la par Bill la miraba con una sonrisa. Tuve que tomar aire y soltarlo al mismo tiempo, pase mis manos por mi rostro fustrada.

También avergonzada, por otro lado el trenzudo sonreía modo egocéntrico. Siempre fue así, no debería de sorprenderme.

—¿Entonces ustedes están saliendo?— se nos acercó, voltee a mirarla

—No..

—Aún.— Tom fue quién afirmo interrumpiendome, lo miré sería, este se encogió de hombros —¿No te agrada?—

—A mí sí...— respondió ahora Bill, riéndose de nosotros junto a Emma —En fin, es su vida y deberían saber que hacer...saber hasta cuándo tienen tiempo para declarar ese amorío prohibido—

—No, no es nada oficial. Simplemente ni digan ni hablen, no abran sus bocas ¿okay?— éstos sumisos asintieron,pero sonrientes.

—¡Ay mierda me agote buscando estás chispas!— apareció mamá algo sudada haciéndonos reír. —¡Lo siento cariño!— se acerco al pastel ya terminado, faltaba ponerle las decoraciones.

—No se preocupe Lía, su hija supo llevar el problema...— fue quién respondió en doble sentido, viéndome con una sonrisa burlesca —¿No Evans?—

—Llámame Evi, me gusta más— intente provocarlo, desafiandolo con la mirada y una sonrisa provocativa.

—Bien creo que el postre está listo, las tazas de té también— mamá se movía por toda la cocina agarrando platos para servir el pastel, mientras que nosotros dos, Tom y yo nos mirábamos desafiandonos. Acaso quería intimidarme ¡pues que no lo piense!, eso hasta que Emma me jaló del brazo, llevándome al living. Vi la sonrisa triunfal del trenzudo para salir detrás nuestro, algo molesta me senté junto a papá y así ver de que hablaban.

—¡Bien, los té todo listo, el pastel ni hablar...¡sírvanse nomás!— nos ordeno mamá, colocando todo en la pequeña mesa. Mientras que se desprendía un tema en especial e importante, por parte de Emma, hablando sobre aquel ansioso festejo.


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𝚄𝚗 𝚜𝚞𝚌𝚒𝚘 𝚓𝚞𝚎𝚐𝚘|| 𝗧𝗼𝗺 𝗞𝗮𝘂𝗹𝗶𝘁𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora