⇝𝑬𝒑𝒊𝒍𝒐𝒈𝒐 𝒇𝒊𝒏𝒂𝒍

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—¿Estás sensible princesa?— Preguntó dándome embestidas duras y profundas haciéndome asentir, el embestia en mi con fuerza intentando hacerme gritar. No quería, estaban todos de oyentes y seria tan vergonzoso al día siguiente. —Háblame Eva, mírame cuándo te hablo. Si quieres que te traté bien, sólo haz lo que te diga.— jadeó excitado entre mis piernas dándome sus fuertes embestidas, pero no dejaban de gustarme, el lo era todo a la hora de tener sexo, salvaje, bruto, violento, posesivo todo eso en la cama, pero cuando estaba en otra fase conmigo, como hablando o disfrutando de pequeña detalles era como un dulce.

Eso me gustaba, era mi todo Tom Kaulitz. Quién me conquistó, no se como, pero insistió tanto en tenerme que cai en sus encantos de servicial, consentirme, y sobre todo mostrarme cariño, cuando no conocía lo que era dar tampoco recibir, nunca había sido flechado de tal forma como el día que Tom Kaulitz se me declaró, diciéndome lo que sentía y por lo que estaba dispuesto a pelear, enfrentarse el solo a mi familia y decir valientemente de que teníamos algo entre los dos.

Amaba a Tom cariñoso, dulce, pero ahora estaba disfrutando lo posesivo que podía ser.

—¡Grita Evangelina!—

—¡Oh Tommm!— Gemí tan fuerte haciendo que se escuche por las cuatros paredes. Vi su rostro sudoroso, con una sonrisa maliciosa.

Se me acerco al cuello comenzó atacar mi piel dejando chupones, haciendo ruidos obscenos de nuestros cuerpos pegajosos y peor que la cama rechinaba haciendo más delicioso el sexo y aumentando el placer de ambos, las embestidas de Tom cada vez iban disminuyendo a causa del cansancio, entonces me subió sobre él quedando esté abajo mío.

—Monta sobre Tom, querida— Sus manos con descaro acariciaban todo mi cuerpo, causándome olas de placer al sentirme tan tocada por sus manos cálidas. —Vamos, intenta pedirme disculpas desde ahí...— sus manos quedaron en mi cuello, dando un leve apretón en mi cuello y nuca haciéndome jadear

—Perdón— Gemí muy bajo al moverme sobre el, realizando un vaivén con mis caderas haciéndolo gruñir a Tom. El alzó sus caderas pidiendo más, entonces comencé a saltar sobre su pelvis y su pene haciendo obscenos ruidos con su pene en la forma que se enterraba en mi empapada vagina. —Tom...perdón....perdón, ah ah...¡Tom!— estaba tan ensimismada en el placer cegada de los espasmos que desprendían nuestros cuerpos al chocar qué Tom tuvo que tapar mi boca sino iban a convertirse en gritos desgarradores por toda la casa.

—Así me gusta cachorra...— Me miró a los ojos mientras saltaba sobre el, bajando sus manos y ponerla una firme en mis caderas y la otra hundirla en mi vagina, haciéndome masajes en mi clitoris dándome ese gusto de tener mi orgasmo. Sacudi mi cuerpo sobre el suyo extasiada por su pene, ahora agotada saltaba menos pero cree fricción con mis jugos en su pene haciendo que después el tuviera su orgasmo, llenando mi vagina de su liquido seminal. —Oh joder— gruñó en un gemido ronco.

Me caí rendida en su pecho, dándole un pico para abrazarlo y el a mi, escuchamos unos buenos minutos silenciosos dónde los latidos de nuestro corazón, las respiraciones agitadas estaban por toda la habitación. Relajándome por completo, quede sobre él y enterrada en su pene.

—¿Linda, estas bien?— Susurró sacando los mechones que cubrían mi rostro sudado, lo mire y sonreí en un asentamiento —, bueno entonces vamos a darnos un baño...uno corto, necesitas higienizarte. Mírate, te llené completa...— me levanto de él y así ayudarme a caminar al baño de nuestra habitación, desnudos nos metimos los dos juntos abriendo la ducha y así el agua cayera entre ambos cuerpos.

—Mh...rico...— Dije al sentir la agua cálida golpear mi cuerpo cansado, era tan relajante. Entonces siento los brazos del trenzudo rodearme, sonreí inconscientemente al saber lo que quería. Y yo estaba cansada, cualquier rato me desvanecía y duermo en la ducha.

𝚄𝚗 𝚜𝚞𝚌𝚒𝚘 𝚓𝚞𝚎𝚐𝚘|| 𝗧𝗼𝗺 𝗞𝗮𝘂𝗹𝗶𝘁𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora