A la mañana siguiente de aquel evento en la casa principal de la familia Shizaku, los rumores comenzaron a circular. Fue inevitable, pues se alcanzó cierto nivel en el que el conflicto se podía escuchar desde el exterior. Aunque no se dio información respecto a lo sucedido, se comentaba que un nuevo atentado contra Shizaku Tera casi había cobrado su vida. Por supuesto que el joven heredero estaba vivo y no se trataba de ningún atentado, pero considerando la situación actual de la ciudad, el pueblo no podía pensar en otra cosa.
Ya al medio día y de pie delante de las puertas de una pequeña clínica en el este de Hoytt, Renku aspiraba tranquilamente el aire mañanero, realizando movimientos circulares con su hombro para comprobar que todo estaba en orden. Aunque la noche anterior un sable le había atravesado limpiamente la carne, ahora y para sorpresa de los médicos que lo atendieron, su herida parecía haberse cerrado y el dolor cesado. El general Zen lo llevó a ese establecimiento durante la noche y se encargó de los gastos. El personal de la clínica actuó con urgencia; todos recordaban el estado en el que había ingresado, y por eso les resultaba inaudito ver a aquel muchacho de pie y moviéndose con tanta facilidad.
— ¿Está seguro de que todo está bien? —le preguntó un médico a sus espaldas, quien estaba acompañado por otras dos enfermeras que compartían su preocupación—. Apenas ha pasado una noche y esa era una herida que tarda meses en sanar completamente.
—Descuide, buen señor —respondió Renku, con una gran sonrisa—. Tengo un cuerpo muy resistente, así que una herida como esta no es nada. Ya estoy perfectamente, ¿lo ve? —rio el muchacho, mientras sacudía su brazo de lado a lado. Las enfermeras rieron levemente al verlo así, pero el médico se mantuvo firme en su postura—. Además... no quiero abusar más de la amabilidad del general.
Era impresionante que un chico de su edad lograra recuperarse y cicatrizar en tan solo unas horas. Aunque parecía un milagro, el médico no podía creer que todo estaba bien. Eso simplemente escapaba de cualquier tipo de lógica.
—Si tanto le preocupa, puedo ofrecerle un bono extra por su buen servicio —dijo Renku, mientras que hurgaba en sus bolsillos
—Cuando dices "bono" quieres decir "soborno", ¿verdad?
— ¡Ay, cómo cree! —exclamó Renku, sacando su mano y mostrando su contenido.
Por un instante el médico se esperó un pago extra, pero al instante cambió su semblante a una mirada e decepción cuando vio ese bono del que Renku hablaba. Tener un par de monedas era algo, pero el muchacho simplemente tenía una piedra cristalina que encontró en el bosque para ofrecer. Era una hermosa piedra, pero realmente no tenía ningún valor.
—Ah...
El médico soltó una risa de forma inconsciente, después de todo, aquel era un chiquillo de las calles, ¿qué más podía esperar de él?
Al final fue necesario un chequeo obligatorio y algunos ejercicios de poco impacto para comprobar el estado de su hombro. Así, luego de una larga hora, Renku fue libre de irse.
Ya alejado de la clínica, cerca de los muros que daban al exterior de la ciudad, un hombre adulto esperaba al muchacho junto a una elegante carroza jalada por dos caballos. Con una sonrisa rebosante de confianza, el general alzó la mano para saludar a Renku, quien lo divisó fácilmente entre toda esa gente.
— ¡General! —saludó Renku, estando frente a su amigo—. Recibí su mensaje de los médicos, ¿me esperó mucho tiempo?
—No te preocupes por eso, aún estoy esperando a alguien más —respondió Zen—. Esta carroza está financiada por mi familia. Si le dices al conductor a donde quieres ir, él te llevará sin problemas.
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Kurogami. Vol# 1
FantasyCuando los dos grandes países del continente oriental se unieran bajo una sola bandera nació el imperio de Sacrath: un país rico en variedad de culturas, razas y sociedades que lograron coexistir. En este mundo seguimos a Renku, un joven vagabundo q...