-Perla ¿dónde estás?
-Mamá, ¿Qué sucede? -Mi madre sonaba alterada y muy nerviosa.
-Dime ¿a dónde te ha enviado tú padre?
-Mamá, papá nos envió a todos a diferentes internados. -Le expliqué.
-Ahora mismo acabo de salir de la escuela de tus hermanos y ya hablé con Ángela. Pero ni tu padre ni Jared atienden mis llamadas. ¿Dónde estás?
-Tranquila mamá. Estoy en Madrid.
-¿Qué internado?
-El Hernández-Ferré.
-¿Cómo? ¡Es imposible!
-Mamá, ¿está todo bien?
-No Perla. Nada está bien. Tu padre debió consultar esto conmigo y ustedes debieron llamarme.
-Nunca nos coges el teléfono. -Le recordé.
-¡No importa! Trataré de estar lo más pronto posible en Madrid. -Colgó.
Suspiré mirando la pantalla de mi celular. No entendía nada de lo que pasaba ahora mismo. Haston me dijo que había consultado nuestros viajes con mamá, luego Jared me dice que no fue así, y ahora Luisa me llama alterada como una loca. ¡Por Dios! No es la primera vez que Haston hace algo así. ¿Por qué se sorprende tanto?
-¿Está todo bien? -Preguntó Leo entrando en el cuarto. En sus manos llevaba dos copas de cristal con un líquido espeso y color rosado dentro.
-Sí. Ya terminé de hablar por teléfono. Gracias. -Le dije tomando la copa que me ofrecía. –Y gracias por permitirme usar tu cuarto Paris.
-No es nada Perla. -Paris se acercó y tomó la otra copa que traía su hermano.
-¿Qué tal si bajan y disfrutan de la fiesta? -Propuso Leo.
-¡Claro! ¿Quieres pasar el rato conmigo? -Me preguntó la rubia con ojos brillantes.
-¡Por supuesto!
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Pasé casi dos horas bebiendo, bailando y conversando con la hermana menor de Leonardo. Mi querida Maya me abandonó y no la volví a ver. Ya eran cerca de las 11pm y estaba sentada en una tumbona junto a Paris, quien resultaba ser una excelente compañía.
-Claro que puedes. -Tuve que elevar la voz para que pudiese oírme. -Cuando quieras puedes venir a mi cuarto para hablar. -Intercambiamos números y redes sociales.
Di otro trago a la tercera copa que nos había traído Leo. Paseaba la vista por nuestro alrededor cuando algo llamó tanto mi atención que casi me atraganto. Y créanme, no es divertido atragantarte con una bebida cargada de ginebra.
-¿Qué pasa? -Preguntó Paris.
-Nada. -Dije apartando la vista de la escena.
-Voy al baño, ¡hip! Vuelvo en un segundo, ¡hip! -Asentí y la vi irse dando trompicones. Luego regresé a ver lo que antes me sorprendió.
Eric y Olivia se estaban dando el lote al otro lado de la piscina. Casi me muero de la vergüenza cuando noté la mirada de Eric sobre mí. No me sentí nada bien al ver como se reía sobre los labios de Olivia y se la seguía comiendo, ¡mientras me observaba!
Aparté mis ojos de ellos para posarlos en el italiano que se acercaba a mi con otra copa en las manos.
-¡Me vas a emborrachar! -Le dije cuando me ofreció el trago.
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P.D. No me odies. Posdata # I
Teen Fiction"-¡Tú! -Lo miré con furia y sentí como mi cara iba adquiriendo un tono escarlata. -¡Casi nos matas borracho! -¡Oh! Eres aquella chica. -Dijo con sorpresa. -¡Oh! -Lo imité. -¡Prácticamente nos secuestraste! -Hey, cálmate, ustedes se subieron volunta...