Luego de pasar mi fin de semana con mis personas favoritas me despedí de mis amigos en la entrada del Internado.
Durante este tiempo tuve que comunicar con mis hermanos a través del teléfono de Maya ya que el imbécil no me devolvió el teléfono ni contestó mis llamadas.
Incluso ahora estaba intentando comunicarme con él para poder recuperar mi celular pero me manda al buzón de voz. ¡Que odio!
Resignada a recuperarlo cuando a Eric le de la gana, fui con Maya a nuestro cuarto a dejar nuestras cosas. Maya se marchó a no se donde, dejándome completamente sola. Aproveché para hacer una videollamada con mis hermanos a través de mi portátil y lugo tomé una ducha relajante.
Miré la hora en el reloj de pared Kawaii de Maya. Eran las 6pm y Maya y yo comíamos a las 7pm. Tenía que esperar a que mi amiga regresara así que me metí en YouTube para entretenerme.
No llevaba ni quince minutos viendo vídeos cuando alguien llamó a la puerta. ¡Maya! De seguro olvidó su llave otra vez.
Con pereza me paré de mi cómoda silla giratoria de estudio y fui a abrir la puerta. ¡Equivocación de mi parte! No era Maya. Lo miré sorprendida y con la quijada golpeando el suelo.
-¿Puedo pasar? -Pregntó sacándome del shock.
-Sabes que no. -Respondí adoptando mi mejor cara de póker. Eric estaba frente a mí vistiendo jeans, una ancha playera blanca, zapatillas Converse y con una mochila de cuero negro colgando del hombro.
El me miró divertido y llevando un a mano al bolsillo trasero de sus muy ajustados jeans sacó mi teléfono. Sonreí alegremente al ver el objeto con cover rosado y negro. Intenté tomarlo pero él no lo permitió.
-¿Me dejarás pasar? -Preguntó alzando un ceja y mirdiendo una de las comisuras de sus labios de firma muy sexy.
-No eres nadie para chantajearme. ¿Sabes? -Me crucé de brazos y alcé mi mentón desafiante.
Sus labios formaron un apretada y firme línea. -Bien. -Como mismo sacó el celular lo guardó y comenzó a marcharse.
Mierda. Necesito mi teléfono.
-Bien. -Dije en un susurro pero fue suficiente para que diera media vuelta. Me hice aún lado y dejándole el camino libre para que entrase. -Se supone que los chicos no pueden estar en este edificio. -Le recordé y el se dejó caer de forma muy casual en mi cama.
-Siempre y cuando no hallan pleitos ni hagamos locuras, los profesores se hacen de los de la vista gorda. -¿Por qué tenía que estar en mi cama? Pudo ir a la de Amaya.
-Si tu lo dices... Es tu escuela después de todo. -El chasqueó la lengua con reprobación.
-Te equivocas Pajarita. Es la escuela de mis padres no mía.
-Al caso. -Iba a decir algo más pero lo detuve. -Mi teléfono, dámelo. -Caminé en dirección a mi cama con claras intenciones de recuperar lo que me pertenece.
Lo que no me esperaba es que el se pusiese de pie, quedando ambos demasiado cerca. Eric se dobló lo suficiente para que nuestros rostros quedaran a la misma altura. -¿Así no se piden las cosas Pajarita? -Susurró en una de mis mejillas y el roce de su aliento con mi piel hizo que está se pusiese de gallina.
-¿Puedes devolverme mi teléfono de una vez? Porfavor. -Dije reprimiendo el enojo y apretando los dientes.
-Mmm... -Se alejó y miró al techo como si lo estuviese pensando. -Aún no, después. Me gusta picarte. -Dijo y en respuesta le di un golpe en el atebrazo derecho.
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P.D. No me odies. Posdata # I
Teen Fiction"-¡Tú! -Lo miré con furia y sentí como mi cara iba adquiriendo un tono escarlata. -¡Casi nos matas borracho! -¡Oh! Eres aquella chica. -Dijo con sorpresa. -¡Oh! -Lo imité. -¡Prácticamente nos secuestraste! -Hey, cálmate, ustedes se subieron volunta...