Maldije en mi interior. ¿Por qué los ascensores están ocupados siempre que más me hacen falta?
Corrí hacia abajo por las escaleras de emergencia, cuando llegué al primer piso mis pulmones rogaban por aire pero no me detuve, salí por las grandes puertas del dormitorio para chicas buscando a Eric con la mirada.
Corrí un poco más en dirección al edificio central, y al fín lo encontré. Eric caminaba hacia este sin ninguna emoción por llegar. ¿Cómo podía caminar tan rápido?
-¡Eric! -Lo llamé y este se giró enseguida. Cuando logré acercarme tuve que sujetarme de uno de sus brazos para no caerme del cansancio.
-Mi... Mi teléfono. -Logré decir entre jadeos.
-¡Cierto! -Si expresión de asombro me demostraba que él lo había olvidado tanto como yo.
-¡Toma! -Dijo sacándo el móvil de su bolsillo trasero y entregándomelo.
-Gracias. -Dije soltando su brazo y con intenciones de irme, pero Eric me detuvo agarrándome de la capucha de mi sudadera color rosa fresa.
-Espera un segundo. -Pidió para Lugo soltarme y comenzar a buscar algo en su mochila.
-¿Que ha... -Me quedé con las palabras en la boca al ver que sacaba unos hermosos cascos para chica color lila.
-Es mi modo de compensarte por lo que pasó antes de las vacaciones. -Dijo colocandomelos. Me quedé sin palabras, durante varios segundos solo pude mirarlo y contemplar sus hermosos ojos. ¡Qué me pasa!
-Gracias. -Logré decir al fin. Dejé que los nuevos auriculares colgaran de mi cuello. Eran preciosos.
-No hay de que. -Con su mano acarició suavemente mi cabello. Con ese simple gesto mil millones de mariposas comenzaron a hacer una revolución dentro de mí.
-Eric -Llamó una voz a pocos pasos de nosotros. Giré para ver acercarse a un hombre de mediana edad y tez clara.
Con la luz que brindaban las farolas logré visualizar su cabello castaño con reflejos rubios, ojos verdes y facciones delicadas, con pómulos sobresaliente, carente de barba o bigote. El hombre debía de estar en sus veinte y tantos o treinta y pocos. Él me resultaba demasiado familiar, como si lo hubiese visto antes.
-iPapá! -Lo saludo Eric colocando una mano en mi hombro. ¿Papá? Definitivamente aquel hombre parecía cualquier cosa menos padre, menos de Eric. No se parecían en absoluto. En nada.
-¡Hijo!¿No me presentarás a tu amiga? -Si ese hombre era padre de Eric, entonces... ¡Es el dueño del Internado!
-¡Claro! Perla este es mi papá, Arturo. Papá te presento a Perla Minaeva. -Él hombre pareció crisparse un poco ante las palabras de su hijo pero luego me tendió una mano amistosa. De reojo noté como Eric frunció el ceño momentáneamente.
-Una gusto Perla. Por cierto, me encanta tu nombre.
-El gusto es mío. Y gracias.
-Hijo te esperaré en la oficina de tu madre. Hasta luego Perla. -Dijo antes de marcharse.
-Hasta luego.
-Tengo que irme Pajarita. -Dijo en un tono sorprendentemente frío. -Nos vemos. -Se fue antes de que pudiese responder, dejándome totalmente confundida.
Regresé a mi habitación sin poder dejar de pensar en el encuentro con el padre de Eric. Juraría que lo vi en algún lado.
Al regresar a mi habitación Maya estaba bañándose. Suspiré, me quité los audífonos, colocándolos sobre la mesa y sentándome frente a esta. Que extraño.
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P.D. No me odies. Posdata # I
Teen Fiction"-¡Tú! -Lo miré con furia y sentí como mi cara iba adquiriendo un tono escarlata. -¡Casi nos matas borracho! -¡Oh! Eres aquella chica. -Dijo con sorpresa. -¡Oh! -Lo imité. -¡Prácticamente nos secuestraste! -Hey, cálmate, ustedes se subieron volunta...