━━━𝗟𝗮𝗻𝗶𝗲𝗿 era un joven mitad británico mitad francés, británico por parte de su padre y francés por parte de su madre. El chico era bastante listo, por lo que había decidido seguir aquello que su padre tanto quería que fuera: ser cirujano. El...
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No ha todo el mundo puedes agradarle eso Lanier lo sabía, desde pequeño supo que no todos lo querrían, se lo decían a menudo aunque eso no le afectaba.
El chico estaba parado erguido frente a su padre, el hombre lo miraba mientras estaba sentado en su sillón favorito y con aquel traje negro que ocupaba siempre que había algo importante.
──Impresiona a tu padre, hijo mío. Haz que este orgulloso de tí.──Hablo el hombre de barba mirando a su hijo mayor quien tenía una expresión sería.
──Estará muy orgulloso de mi... Se lo aseguró.──Hablo el ojiazul con su rostro serio.
Aquel era el día en el que conocería a la familia Fox, si tenía un poco de suerte le agradaría al gobernador y probablemente tendría un lugar en el hospital. Su padre veía más allá, además de que quería que el fuera cirujano, también quería que se casará con la menor de las Fox.
──Haz todo por alcanzar tu objetivo. Si debes pasar por encima de alguien, no dudes en hacerlo──declaró con determinación y una chispa de resolución en los ojos mientras se acomodaba un poco en el asiento.
A Lanier no le quedaba otra opción, conseguiría aquel puesto de cirujano a cualquier costó.
El joven asintió, manteniendo su mirada fija en su padre. Mientras tanto, su hermana y su madre descendieron por la escalera de madera con sonrisas radiantes en sus rostros, su presencia llenando el ambiente con una sensación de calidez y familiaridad.
──¿Como me veo?──Pregunto la menor de los Leroy.
Lanier sonrió al ver a su pequeña hermana y esta dio una vuelta mostrando su elegante vestido.
──Te ves hermosa, Jane.──aseguró su hermano mayor con una sonrisa sincera.
La menor sonrió y miro a su padre.
──¿Que opinas tu, padre?──La joven miro a su progenitor con una sonrisa.
El mayor la miro de arriba a abajo con seriedad.
──Podías verte mejor...──La ojiazul borro su sonrisa, el silencio incómodo lleno la habitación mientras Lanier fulminaba con la mirada a su padre.
La madre de los jóvenes río con suavidad y hablo.
──Tu padre solo bromea, corazón. Te ves preciosa.──La mayor acarició el cabello de la chica quien trato de forzar una sonrisa.──Ven, vamos. Los estaremos esperando afuera.──Hablo la mujer dándole pequeños empujoncitos en la espalda a la menor de sus hijos.
Apenas ellas salieron, Lanier volteo a mirar a su padre con molestia que el mayor no noto. El joven ojiazul salió de la casa llegando al lado de su madre quien lo miro con una sonrisa. El carruaje llegó frente a ellos, era de madera oscura. El caballo, a quien Janette lo había nombrado "Chispita", movía sus patas con delicadeza y elegancia preparado para seguir con el viaje.
