━━━𝗟𝗮𝗻𝗶𝗲𝗿 era un joven mitad británico mitad francés, británico por parte de su padre y francés por parte de su madre. El chico era bastante listo, por lo que había decidido seguir aquello que su padre tanto quería que fuera: ser cirujano. El...
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El señor Robert Leroy, padre de Lanier, sin siquiera consultarlo, había organizado una cita para su hijo con la hija menor del gobernador, Olimpia Fox. Lanier sabía que no tenía ni voz ni voto en el asunto, así que aceptó sin objeciones. Ambos paseaban por el lugar con sus brazos entrelazados gracias a la joven, mientras Lanier intentaba adaptarse a la situación que, aunque era un acto de cortesía, se sentía más como una obligación.
Ambos habían estado en un silencio incómodo durante un buen rato. Finalmente, la joven rompió el silencio con una sonrisa.
──Así que, ¿usted conoce a mi hermana?──preguntó, inclinando ligeramente la cabeza hacia un lado. Ella era un poco más baja que Lanier, quien tuvo que inclinar su mirada para mantener el contacto visual.
──Sí, se podría decir que somos algo así como amigos──respondió Lanier, asintiendo mientras la miraba.
──¿Amigos? Bueno, he aprendido que entre una mujer y un chico nunca está la amistad de por medio──replicó ella con una sonrisa ligera, como si hablara de algo conocido.
Las palabras de la joven hicieron que Lanier frunciera el ceño, su desagrado evidente en la expresión de su rostro. La afirmación lo hizo cuestionar sus propias percepciones y, a la vez, lo incomodó.
──No creo que... funcione así la vida──dijo Lanier, negando con la cabeza mientras volvía a mirar al frente. Su tono mostraba una mezcla de rechazo y desinterés por la opinión de la joven.
──Es verdad lo que digo──insistió Olimpia, pero Lanier ya casi no prestaba atención. Lo único que deseaba era que aquella cita para conocerse terminara pronto.
Los minutos empezaron a pasar, Olimpia le contó muchas cosas sobre su vida a Lanier, quien solo prestaba atención escuchando, tratando de no parecer desinteresado. La joven hablaba con entusiasmo, pero sus palabras pasaban sin dejar una huella en Lanier, que asentía y sonreía ocasionalmente, esperando que la cita llegara a su fin.
──¿Qué opina de aquellos que creen que las mujeres de clase alta deberíamos elegir con quién casarnos?──preguntó la castaña, mirándolo directamente a los ojos.
──Siento que las mujeres deberían poder escoger al tipo con el que se quieren casar y construir una vida──continuó Lanier, su mirada se suavizó mientras reflexionaba sobre el tema.──El matrimonio debería ser una elección basada en sentimientos genuinos y...──Lanier iba a continuar, pero Olimpia lo interrumpió.
──Perdón, no concuerdo con lo dicho, yo estoy más que feliz de poder casarme con usted si mi padre me lo permite, las mujeres fuimos hechas para complacer. ──dijo Olimpia con una sonrisa segura, sus palabras cargadas de la firme convicción de sus creencias.
Lanier la miró algo anonadado, sin saber qué decir realmente. Sabía que había algunas mujeres que pensaban así y conocía muy bien a algunas, pero jamás se lo habían dicho de una forma tan... directa. Sus pensamientos se agolparon mientras trataba de encontrar una respuesta adecuada.
