13. Un día anormal, otra vez

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Peter

Un helicóptero se dirigía hacia nosotros, sentía que el corazón se me había detenido por completo. Estábamos salvados.

En cuestión de segundos todos comenzamos a brincar, gritar y hacerle señas al helicóptero para que nos viera, a excepción de Josh, Michelle y Hailey, que lloraban en el suelo sufriendo la muerte de Mónica; era lamentable que muriera justo cuando iban a salvarnos. Era triste que Jane no estuviera aquí junto con nosotros, brincando y gritando por ayuda.

Al cabo de un minuto, el helicóptero se posicionó sobre nosotros, moviendo las hélices cada vez más lento, hasta que nos obligó a movernos a un lado ya que iba a aterrizar en medio del techo. Una vez hubo aterrizado todos los quedamos en silencio, sin saber que era lo que podría pasar.

La puerta del corrediza del helicóptero se abrió lentamente y de ella bajo el comandante Mason, quitándose los audífonos que usaba para pilotar el helicóptero, y detrás de él nos vimos sorprendidos al ver al conserje Martín vestido como militar y con una gran pistola en mano. En cuanto se bajaron nos inspeccionaron con la mirada y después el comandante Mason entró al helicóptero para buscar unas cosas.

—¡Conserje Martín! —gritamos Diana y yo al unísono, sorprendidos de verlo; pensaba que ya nunca lo volvería a ver.

—Increíble... —susurró Jason, colocándose entre Diana y yo.

—¡Hola chicos! Me alegra verlos vivos —nos saludó el conserje—, venimos por ustedes para llevarlos a un refugio en el estadio de la ciudad. Si no hubiera sido por Jane no estuviéramos aquí.

—¡¿Jane?! —exclamó Diana antes de que yo pudiera pregúntalo— ¿Qué le pasó a Jane?

—Llegó al estadio hace un día junto con su hermano y otros alumnos, y me pidió que viniera por ustedes...

No pude evitar esbozar una sonrisa, pues mi amiga estaba a salvo. Aunque me preguntó cómo llegó hasta allá; cuando la vea la atacaré de preguntas.

—Revísalos —le espetó el comandante Mason al conserje Martín—. Iré por muestras al laboratorio, ¿cuál era?

—De hecho es en la oficina del director —le contestó el conserje y tras un asentimiento de cabeza, el comandante Mason se dirigió a las puertas por donde salimos al techo, puso su arma en alto y abrió la puerta de una patada, pues en la otra mano llevaba un maletín de metal. Era increíble como le disparaba a todos los zombis justo en la cabeza, sin miedo, y avanzaba por las escaleras, cerrando la puerta detrás de él. El conserje Martín se aseguró de que la puerta cerrara bien y luego se volvió hacia nosotros—. Chicos, por órdenes del comandante tendré que revisarlos para asegurarme que no estén infectados.

—No nos mordieron —le informó Michelle en tono grosero.

—Yo sé que no, pero debo hacerlo. ¿Tienen el documento que encontraron en la sala de maestros? —nos preguntó, pero estaba viendo directamente a Jonathan. Este, intimidado por el conserje, sacó un folder de debajo de su suéter y se lo entregó con una mano temblorosa.

—Que sorpresa que no se te haya caído —intenté bromear, pero todos me vieron con mala cara. Tal vez no debería hablar hasta que toda la tensión de la muerte de Mónica haya desaparecido.

—Agradezco mucho que lo hayas conservado, tal vez podamos encontrar una cura...

—¿A dónde fue el otro militar? —le preguntó Vanessa, supongo que no aguantó la curiosidad.

—Ah, bueno, lo que pasa es que el virus empezó en el instituto y fue a buscar muestras para que los doctores que están en el refugio puedan analizarlas y ver que pueden hacer con ellas...

¿Apocalipsis?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora