Epílogo

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"Muchísimas gracias, señora."

"De nada, corazón. Menos mal que has vuelto a hacer estos pastelitos de vainilla", dice la alfa canosa que guarda su monedero en su bolso. "Nadie ha conseguido igualarlos."

Harry sonríe y mira de reojo a Aurora, y quien está a su lado preparando un pedido y escucha toda la conversación ofendida. 

"Bueno, estoy seguro de que todo va muy bien por aquí cuando no estoy. Las ventas no dejan de crecer y lo agradezco de corazón."

"Sí, pero hijo...", la señora hace un mohín y suspira cansada. "Te echamos de menos por aquí, ¡llevas año y medio fuera!" Harry se ríe ante su exageración y niega sin dejar de sonreír.

"Eso no es cierto, Helen. Llevo meses viniendo más a menudo por aquí. Sabe que ahora tengo más responsabilidades y estoy muy feliz con ellas"

"Ay, si es que es imposible que me enfade contigo." Helen alarga su mano hacia su mejilla y la aprieta cariñosamente. Jura que puede escuchar la risa de la omega a su lado. "Enséñame una foto otra vez antes de irme, anda."

La campanita de la tienda anuncia que alguien acaba de entrar y sus ojos se iluminan como lo hacen siempre que la ve.

"Creo que no va a hacer falta una foto", Harry se quita el delantal y avanza hacia la puerta rápidamente, donde una mujer sujeta un carrito que contiene al último de sus amores. "Mi princesa."

Las palabras salen con un tinte emocionado y extremadamente feliz, sobre todo cuando la niña lo reconoce y patalea en el sitio aguardando su llegada. Harry no duda en cogerla en brazos y besar su lechoso rostro con cariño.

"¡Papi!"

Su preciosa hija grita ilusionada por las muestras de cariño y a Harry se le derrite el corazón al verla abrazar su cuello demostrando lo mucho que le había echado de menos. Los catorce meses que lleva en sus vidas los han sido todo para él.

"Ha dormido toda la mañana. También ha comido algo de fruta antes de salir, pero no tardará en querer algo más consistente." La mujer rubia que ha traído a la niña hasta allí llama su atención con un toque en el hombro. "¿Mañana me necesitas?"

"No, no, Sienna. Sabes que solo te contratamos de manera puntual" Sienna rueda los ojos y se cruza de brazos.

"Y tú sabes que odio que me pagues cada vez que estoy con este ángel", la omega mayor, que bien podría ser su madre, besa la frente de su hija y le sonríe ampliamente. "Siempre adoro pasar tiempo con Sophie."

"Es lo mínimo, por mucho que la ames."

"Lo mínimo que puedo hacer yo después de que me dieras el trabajo de mi vida a mi edad es dedicar mi tiempo libre a ayudaros un poco. Es justo."

A Harry no se lo parece. Lo único que hizo fue tenerla como repostera jefe en su ausencia con un sueldo digno y acorde a la maravillosa habilidad de la omega. Se merece cada oportunidad que haya tenido y si se ofrece a cuidar de su hija ahora que está jubilada tiene que tener una recompensa. Él ama que la mujer la trate como si fuera su nieta, pero no quiere aprovecharse de ella.

Es por eso que desde que nació se cogió una baja de paternidad de un año, sabiendo que se lo podía permitir al tener su propio negocio. Nunca fue un problema renunciar a largas horas de hornear en la cocina de la pastelería por las cenas caseras en la de su acogedora casa.

La mudanza fue un caos con Louis todavía embarazado, pero la mejor decisión que pudieron haber tomado para su familia.

"Anda, mira que eres cabezota." La mujer niega con la cabeza y se acomoda el bolso par marcharse. "Saluda a Louis de mi parte. Y recordad que este sábado hay barbacoa en mi casa."

Tu refugio || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora