Volumen 6: Lúa Acto 2

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La joven no solo compartía su apariencia, del mismo modo también poseía sus hábitos y gestos; para Zergil todo indicaba que Erse y Lúa eran la misma persona, salvo por una cosa.

Durante sus primeras semanas en confinamiento Erse asesino a 10 guardias y sirvientes que la vigilaban además de lesionar de gravedad a 20 más, obligando incluso a los inquisidores a someterla en un par de ocasiones.

La fuerza y rabia de Erse eran el factor diferenciador entre ella y su Doppelganger, aun así, Zergil sabía que de quererlo la joven podría volver a romper sus cadenas y atacarlo directamente, por lo que ya había tomado medidas.

Tras la puerta de la habitación se podían evidenciar a Zaherí Crimson, cuya imponente presencia abruma a los guardias de la planta.

—Lúa, ¿puedo decirte así?, ¿o prefieres Erse? — pregunta el elfo rosando sus dedos ligeramente sobre su anillo, una acción que Erse puede notar.

—Refiérete a mi como quieras... —Clama la joven.

—Dime, ¿cuál es tu opinión sobre el mundo exterior? — pregunta el elfo asombrando a la joven.

—Si puedo ser honesta... cierto, mentirte es inútil —Señala con una ligera risa —Me pareció muy pacifico, bueno, al menos así era, antes todos los problemas del mundo me parecían simplemente insignificantes, pensé que en el momento en que una verdadera crisis se presentase, sus supuestos héroes rodarían como cerdos en un matadero... y no me equivoque.

—Supongo, que es una forma de verlo —Clama el elfo —Antes de perderte, realmente no pensaba mucho en el mundo exterior, pero después, simplemente me corrompió la ira, empecé a ver los límites de la burbuja donde vivimos, no solamente en esta torre, sino en el país del sol en general, en nombre de su supervivencia los humanos se convirtieron en engranes vivientes de una máquina, y los elfos sin darnos cuenta nos convertimos en los consumidores de dicha máquina.

Conforme habla Zergil toma una de las cartas sobre la mesa, evidenciándola como la carta del invocador...

—Pero con el tiempo, la maquina evoluciono, se hizo más grande y lo que alguna vez fue devoción ciega, se convirtió en simple adoración —Expone el elfo —Con cada ciclo de calendarios la humanidad cambia, y no soy el primero en darse cuenta, regulaciones para los invocadores, impuestos para el pueblo, castigo a la difamación, todas esas medidas han sido seguros que los nuestros han impuesto para mantener la maquina bajo control, pero esta solo sigue evolucionando, en consecuencia, aparecen humanos como el joven a quien tanto admiras, o los sinvergüenzas que te alejaron de mí.

—Entonces, ¿todo esto es para decirme que la intención de los adoradores demoniacos es purgar el exceso de humanos y hacer que los vuelvan a adorar? —Señala Erse —Porque no solo me dices eso...

—Pensé que no estarías de acuerdo con eso...

—Tal vez así fue Lúa, pero yo no soy ella —Espeta Erse con una sonrisa hostil —No es necesario que me justifiques tus acciones, si la vida me ha enseñado algo es que ya sean elfos, dríadas o humanos, un genocidio es un genocidio como un asesinato es un asesinato; al final solo son nombres y etiquetas.

Zergil no supo que decir al respecto, con cada día que pasaba este se convencía cada vez mas de que la joven delante suyo era su hija, pero después de sus ultimas palabras, no pudo evitar sentir que hablaba con un demonio en la piel de su hija.

Antes de poder decir cualquier otra cosa se escucha el sonido de la puerta de la habitación siendo golpeada, obligando al elfo a acercarse a ella para atender.

—¿Ya es la hora del almuerzo?, el tiempo se fue volando... —Señala Erse con una risa confiada.

—El día de hoy alguien más comerá con nosotros —Clama el elfo retirándose el anillo de hueso divino —Espero que puedas comportarte a la altura durante esta comida, si puedes hacerlo, cumpliré el capricho que me pidas..., incluso puedo considerar retirar tus cadenas.

El Coleccionista de lo Perturbador (Hana no Zenchō 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora