Volumen 7: Azul Cielo Acto 2

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La escena dejo a enrique sin palabras, al punto de caer de espaldas contra el suelo, por un lado, no podía creer que realmente los 3 reinos estuviesen dispuestos a enviar niños a la guerra, sino también del hecho que el joven ante él tenía el poder suficiente para superar a un mago de 20 estrellas.

—Espera, entonces... eso significa que...

Tal y como Enrique temía alrededor de la ciudad, sus parientes empezaron a darse cuenta de la naturaleza de sus oponentes, todos ellos jóvenes entre los 15 y 18 años, pero con la fuerza suficiente para rivalizar con los Ciano de la familia.

Lamentablemente, además de Enrique, esto no le importo a ninguno de ellos...

—Eres más joven de lo que creí —Clama Hanna frente a una dríada con dos espadones en sus manos —Bueno, no es que importe, peleas bien...

—Deja de tomar esto como un juego... —Reclama la dríada de los espadones arremetiendo contra la mujer.

Con un grito lleno de rabia la dríada junta sus monumentales espadas en forma de tijeras, para posteriormente acorralar a la mujer en medio de estas, quien, con una sonrisa tranquila en el rostro, desenvaina algunos centímetros del filo de su espada y la bloquea.

—Ese corte estuvo mejor que los anteriores, vas aprendiendo rápido —Clama la mujer.

—¡No me trates como un chiste! —Reclama la dríada.

—Vamos, no vale la pena enojarse por eso ratoncita, tómate unos segundos e inténtalo nuevamente, seguro mejoras otro poco —Clama Hanna con un rostro tranquilo.

—¿Intentar otra vez?

—Vamos hazlo... —Clama la mujer en un tono amable pero sombrío.

En ese instante la dríada supo que lejos de ser una pelea aquella mujer la estaba tratando como un gato a su comida...

—"No puedo vencerla sola, necesito salir de..." —Antes de poder completar sus pensamientos la dríada no tarda en darse cuenta de que su cabeza había empezado a caer de su cuello —"Ni siquiera... la vi desenvainar..."

—Es una pena, te hubiese dejado vivir más, si no hubiese visto el deseo de huir en tus ojos —Clama la mujer con una risa tranquila—Bueno, sí hubo uno seguramente habrá otros, vienen tiempos caóticos...

Paralelamente a eso, se logra ver a una joven dríada malherida con los brazos atrapados entre las fauces de un dragón, al tiempo que es rodeada por un sinnúmero de bestias aladas.

—Eres fuerte lo reconozco, es una pena que la vida te haya arrastrado a esto... —Clama Jasper con un tono cabizbajo.

—Yo... realmente estoy cansada... —Murmura la dríada con lágrimas en los ojos —Yo no quería que las cosas terminasen así..., pero...pero...

Aprovechando la atención de Jasper la dríada manifiesta estacas de diamante, que atraviesan la espalda del hombre...

—"Imbécil tal vez no pueda hacerle daño a los dragones, pero definitivamente al débil cuerpo de un humano..." —Medita internamente antes de ver como el hombre seguía intacto, y en sus espaldas un agujero en sus ropas evidencia como su piel esta cubierta por escamas de dragón y las puntas de los diamantes habían sido aplastadas contra estas.

—Oye... eso dolió... —Clama el hombre con una mirada sombría al tiempo que los dragones a su alrededor empiezan a devorarla viva.

Del mismo modo en otra sección de la ciudad Petra se encuentra cara a cara con el instructor usuario de magia natural de viento, el cual le empieza a dar problemas.

El Coleccionista de lo Perturbador (Hana no Zenchō 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora