XV

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Estando en mi habitación, repaso cada movimiento almacenado en mi mente ahora, veo como si fuera el recuerdo de una película lo que hice, lo que le dije, cada palabra y cada movimiento, y a modo de análisis también repaso todo lo que él hizo y dijo. Me peleo conmigo mismo y me hago añicos cuando pienso que pude hacerlo diferente, pude haber dicho mucho más o mucho menos. Hasta ahora aparecen pensamientos en mi cabeza, emociones y los sentimientos que traía atascados en la boca del estómago desde que se fue, nada de eso le dije y me pregunto qué hubiera dicho o cómo hubiera reaccionado de habérselo contado todo.

En fin, voy a la cama después de quitarme por completo la ropa y quedarme únicamente con mis boxers. Viendo al techo recuerdo ahora la textura de sus labios, el aroma de su cabello, y pienso que este último es diferente, sí, su cabello huele diferente cuando estás lo suficientemente cerca para notarlo. Y como una especie de cachetada, tras recordar el cómo rodeó mi cuello con su dos brazos, la vida se encarga de bajarme de esa nube en la cual me gustó subirme, y es que había, claramente, un problema en esto. ¿Qué pasaría ahora fuera de estas cuatro paredes?

***

Despierto con los rayos del sol entrando por la ventana, mis pupilas se contraen cuando abro los ojos por error, mi vejiga me hace levantarme y voy rápidamente a mi baño. Luego de ese llamado a las necesidades fisiológicas de cualquier ser humano, salgo de mi habitación y veo su puerta, sonrío recordando todo y avanzo hasta asomarme y ver que no hay nadie dentro de esa pieza.

Regreso rápidamente a mi habitación y tomo lo primero que encuentro, unos pantalones cómodos de algodón y una camiseta con un agujero que le hice gracias a un cigarrillo. Bajo las escaleras de dos en dos con ansias de verlo otra vez, el corazón me late fuerte, lo puedo sentir en la garganta y cuando piso el suelo de la sala, me detengo en seco al pensar cómo debo hablarle ahora, es decir, cómo deberé saludarle en la mañana y despedirme en las noches, cómo deberé hablarle de ahora en adelante. ¿Será prudente sacar mi lado cursi como cuando estoy con una chica? Quizás sea mejor mantener mi actitud normal de estar con Bill, mi hermano. Joder, no pensé que esto iba a ser así de difícil.

Luego de hacerme añicos la cabeza avanzo hasta la sala, supongo que está ahí en el sofá pero tampoco, sólo hay un tazón de cereal en la mesita, junto a la lámpara, siempre fue ese su lugar, la esquina junto a la lámpara, siempre que nos sentábamos en el sofá, elegía ese lugar, recuerdo entonces cuando bajaba con un libro y se ponía a leer en esa misma esquina, a la hora que o entraba más luz de sol, encendía la lámpara y continuaba leyendo. Entro entonces hasta la cocina, ahí está por fin, dándome la espalda, tiene puesto el pantalón de pijama, un pantalón azul cielo con nubes blancas y una playera blanca entallada, mientras que su cabello lo ha amarrado en una coleta alta. Su imagen desde atrás me hace perder un poco la razón y el suelo, haciendo que mis primeros pensamientos de cómo actuar se queden clavados en el fondo de mi historial de pensamientos, mis pies me conducen hasta él, mis manos se mueven solas y lo rodeo por la cintura, él se estremece al principio y luego echa su cabeza para atrás, sacude sus manos en el fregadero y se voltea por completo entre mis brazos para quedar de frente a mí, le gusta hundir su rostro en mi cuello y yo no lo detengo, me gusta también que haga eso.

—Hola —me saluda.

—Hola, amor —contesto sin pensar.

—Despertaste muy tarde —me reclama dejando un beso sobre mis labios, mismo que no esperaba pero me alegró mucho que lo hiciera.

—Lo siento, los fines de semana son así para mí después de trabajar hasta media noche en el bar.

—Entiendo.

—¿Qué hora es? —pregunto al notar que hay mucho sol, raro en Alemania.

—Las dos de la tarde —contesta y se voltea para seguir lavando los trastos.

In die NachtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora