XXXV

13 2 0
                                    

Ambos nos levantamos de las bancas y corremos al estacionamiento tomados de la mano, subimos a la Cadillac y vuelvo a arrojarme a sus brazos con la hoja hecha bola en la mano. No quiero separarme, no quiero que me suelte ni que nos separemos. Admito que estaba enojado, más que eso, molesto, pero la verdad era otra, fueron los días más difíciles y los más desesperantes de mi corta vida. También era cierto que la culpa nos correspondía a ambos, sin embargo, cuando leímos la palabra «negativo», debo aceptar que me dieron ganas de besarlo como si no lo hubiéramos hecho por meses, incluso años, pero aquí estamos, derramando algunas lágrimas de alivio puro.

Cuando nos separamos por unos segundos para vernos a los ojos, veo que aún sigue llorando, vuelvo a abrazarlo y beso sus labios.

—Estamos bien, amor. Estamos bien —digo cerca de los labios sonriendo, sin despegar mi mirada de sus ojos, él los mantenía cerrados para no dejar que ninguna más saliera, lo cual le era imposible. Ambos sentimos el aliento del otro, y beso sus labios.

—Espera... —dice por fin para volver a ver la hoja, con un poco de dificultad la extiende después de haberla arrugado por completo. —Todo dice negativo, ¿verdad? —pregunta dudando de lo que sus ojos ven, después de echar un vistazo a toda la hoja con desesperación, buscando la palabra que lo define todo, buscando también una señal de que lo que ha leído antes es falso, una broma.

—Todo negativo, amor —respondo sonriendo y él también se deja llevar entonces. Suelta un suspiro de alivio y su sonrisa se ensancha, haciendo que sus ojos se hagan más pequeños.

En un segundo más se vuelve a mí otra vez y toma mi rostro con decisión, junta mi boca a la de él para besarme, entreabro mis labios para responder ese beso, siento su lengua apoderarse de mi boca, mis brazos rodean su cuello y mis manos se encargan de jugar con sus rastas, sin darme cuenta ya estoy encima de él y mi espalda choca contra el volante.

—Bill.

—¿Qué? —Me separo de él y dándome cuenta de nuestras posiciones en la camioneta regreso a mi lugar

—Supongo que si estoy bien y tú lo estás y ya lo hemos hecho durante meses, significa que ya no hay riesgo, ¿cierto? —pregunta aún dudando de los resultados.

—Siempre y cuando ya no tengamos relaciones con otras personas, bueno, con distintas cada día —recalco lo último dándole una mirada de reproche.

—Sí, entiendo, no tienes porque dudar de eso, tú eres y serás el único ya.

—Y tú para mí.

Sus manos se posan en mi cintura y me atrae a él como estaba. Empezamos así a hacerlo adentro de la Cadillac y como los vidrios son negros, no encontramos más problemas. Estando así, él me quita mi ropa superior y yo le quito la de él. Su mano llega a mi miembro y lo frota lentamente haciéndolo despertar, tres días sin su tacto me estaba matando. Baja mi cremallera y saca mi pene de su prisión. Empieza a subir y a bajar su mano por toda la longitud de mi miembro haciéndome sacar jadeos desde el alma.

—Esto es incómodo —Logro decir entre jadeos, con la boca empezándose a secar y sintiendo la excitación crecer.

Me toma de la cintura y con una maniobra que no entiendo como pasó, ambos terminamos atrás. Me recuesta a lo largo de los asientos y él se monta sobre mí, por lo cuál sé qué debo hacer, separo mis piernas en un sólo instante, sólo para él. Sus manos siguen haciendo presión, subiendo y bajando por toda mi longitud. Mis manos tratan de callar mis jadeos tapando un tanto mi boca. Pero Tom las aparta.

—Me gusta oirte.

—Y a mí que entres en mí de una maldita vez.

—Es que... Quiero intentar algo.

Sus ojos fueron directamente a mi miembro, descendió hasta esa altura, entendí y eché la cabeza hacia atrás, mis manos llegaron a mis ojos, sentí el sudor por mi frente, mis mejillas, tal vez mi maquillaje ahora era una mierda y por primera vez mi maquillaje era lo menos importante, es más, no me importaba nada en absoluto, mi madre podría estar dándose cuenta de lo que estamos haciendo en este instante y aún así no dejaría de hacer lo que está a punto de hacerme, no lo detendría. En segundos siento su húmeda lengua, eso basta para estremecerme. Recorre con su lengua todo mi miembro y con una mano libre acaricia de forma sorprendente mi saco.

—¡Oh, Tom! Ya... Ya, por favor.

Se detiene y quita mis manos de mis ojos, entrelaza nuestras manos dejándolas unidas a cada lado de mi cintura.

—Siempre juntos.

—Siempre juntos, Tom

Entonces, sus ojos se apartan de los míos y se dirigen a mi erección, de repente siento su boca, su boca completa en mí, desde la punta hasta el fondo de su garganta. Mis gemidos son tan altos que trato de ahogados, pero no lo logro.

—Tommy... Ya... Ya casi.

Siento que su boca se aparta de mí y con nuestras manos aún entrelazadas, me atrae a él acogiéndome de la cintura para que me acomode sobre él, su miembro erecto logra dar con mi entrada y sujetándome de sus hombros entra en mí lentamente. Pasa uno de sus brazos por mi cintura y con la otra sigue masturbándome. Ahora me ayudo así a bajar y subir, siento correrme en segundos, una más, sólo una.

—Espera... Un segundo... Sigue, sigue...

Su pulgar está en mi punta deteniendo la explosión. Sigo deteniéndome de sus hombros, me levanto lo suficiente y me dejo caer de golpe, al tiempo que me libera.

Siento su cálido líquido extenderse dentro de mí, derramándose por los bordes de mi cuerpo. Al igual que yo sobre su mano.

Me deja sobre los asientos después de salir de mí, él se mantiene erguido con ambas manos sobre mis piernas, mi pecho sube y baja al igual que él, sus ojos están fijos en los míos, sus labios se ven rojos, hinchados y húmedos, tan deliciosos y delirantes frente a mí. Paso mis manos sobre sus muñecas y volvemos a entrelazarlas.

Me incorporo con ayuda de nuestras manos y quedo frente a él. Rodeo su cuello con mis brazos, beso sus labios repetidas veces disfrutando del ruido que hacen nuestros labios al separarse, beso su cuello dejando un camino húmedo pero sin marcas porque no me gustan, sus manos acarician mi espalda, cintura y mi trasero.

In die NachtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora