XXV

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—Tres semanas tú y yo.

—Sí, tres semanas.

Reviso mi celular para saber si tengo llamadas o mensajes pendientes. Bill sigue sentado frente a mí mirándome. Veo que se levanta y viene hacia mí pero no despego mi mirada por completo de mi celular.

—¿Tienes... planes para el siguiente viernes? —pregunta y de repente, se sienta encima de mí, con las piernas abiertas, una a cada lado mientras que con sus manos rodea mi cuello.

—No. ¿Tienes pensado algo?

—Nada —suelta con una risita mirándome dulce, tierno y a la vez divertido.

—Tenemos una semana para pensar.

Paso mis manos por sus muslos y luego por su trasero. Subo lentamente por sus costillas, por el largo de su espalda hasta sus hombros y paso de regreso por su pecho. Sus manos juegan con mis rastas y atrapa mi boca con la suya, sus manos recorren mis hombros y entiendo que lo que más le gusta tocar, es mi pecho.

—¿Te gustan mucho los tatuajes? —pregunto recordando su estrella y el del brazo, además de estar viendo uno muy grande en su costilla izquierda, que va desde abajo de la axila hasta la cintura.

—Estamos en esta situación y lo primero que se te ocurre preguntarme es que si me gustan los tatuajes, ¿en serio?

—¿Y qué? No piensas pasar estas tres semanas en la cama, ¿o sí?

—Tal vez no las tres semanas pero la mayor parte del tiempo sí. —Ambos reímos. —De acuerdo, sí me gustan mucho, sólo me tatuo cosas con significado, y me haré más, pero después.

—¿En serio? Estás loco.

—Déjame, pero sí lo haré, tengo ya algunos en mente. Además, tú tienes perforaciones.

—Oh sí, me pondré expansiones en las orejas, y luego me haré trenzas y terminaré como un rapero afroamericano. Ya lo verás.

—Claro, ya ves, y yo no te digo nada.

—Está bien, ya no digo nada.

***

Al día siguiente nos la pasamos en casa, era viernes así que pasamos viendo películas y jugando con Scotty. En la noche salí al club y como siempre, Bill quería acompañarme, pero no iba a permitir que fuera a ese lugar conmigo otra vez. Prefería que se quedara en casa a esperarme, cada día se me hacía más difícil convencerlo de que no era necesario acompañarme, pero al final siempre accedía.

—Te cuidas, Tom.

—Lo haré Bill, cenas y vas a dormir, no sé a qué hora llegue pero seguramente será tarde. —Asiente entendiendo, sentado en el sofá con Scotty dormido a su lado. —Bien, regreso después.

—Te amo, mi amor.

—Te amo.

~*~

Amo cuando dice eso, cuando me besa y cuando me toca me siento tocar el cielo, me siento en una nube totalmente en paz y completo, siempre quería que esto pasara y ahora no puedo creerlo, cuando se va no puedo olvidarlo y cuando me besa como ahora, no puedo evitar excitarme. Lo veo alejarse y cuando atraviesa esa puerta, algo se instala en mi pecho, pero no sé que es, jamás lo había sentido.

—Cuídate Tom.

In die NachtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora