XXIV

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Despierto y encuentro a Tom tratando de bajar su erección por sí solo. Sonrío y me levanto sobre mis codos para tener una visión de su cintura.

—¿Por qué no me despiertas?

—No quiero que pienses que sólo quiero coger.

—Oh, por Dios. ¿En serio? Me sentiré muy mal de mí mismo si no es eso lo primero que piensas al verme.

—Amor, me excito al verte, verte caminar, cuando me miras. Siento que me vas a romper el pene un día de estos.

—Bueno, prometo tratarlo bien. ¿Qué quieres que haga?

—Lo que te venga en gana.

Un trabajo oral, y luego mi posición favorita, yo encima de él, dando pequeños saltitos encima de su falo, él me ayuda sosteniendo mi trasero y mi cintura en ocasiones, también le gusta tenerme en cuatro, pero disfruto mucho mirarlo y que me mire cuando estamos a punto de llegar.

—Sigue... No pares, por favor, Billy... Ya viene... Voy a correrme.

—Espera... Un segundo más...

Sus embestidas son cada vez más fuertes, mis piernas están sobre cada uno de sus hombros, no es muy cómodo pero puede arremeter contra mí a su ritmo y a su gusto, y estoy a punto de correrme en su mano que se ha detenido en mi punta. Una, dos, tres.

—¡Oh, Tom!

Lo ha hecho, otra vez y sin fallar. Echo la cabeza hacia atrás arqueando mi espalda debido al mejor de los orgasmos que me ha hecho ver las estrellas y la luna justo a mi lado, las puedo tocar cuando estoy con él haciendo el amor. Ya no podemos más, son dos veces seguidas y caigo rendido a su lado en un largo sueño.

~*~

Me levanto sintiendo ganas de orinar, Bill está sobre mi pecho y no quiero despertarlo, se ve hermoso así como está, pero en verdad estoy que me orino. Con mucha delicadeza lo muevo para que me deje levantarme y lo logro. Voy rápido al baño de mi habitación, hoy fue nuestra primera noche juntos y estaremos así hasta mañana en la noche. Sería genial que mamá se fuera de viaje y estuviéramos nosotros solos por más tiempo. Regreso a la cama pero me acuesto sobre las sábanas, pasando un brazo encima de su cuerpo y me concentro en oler su cabello y su piel, recuerdo entonces lo que me dijo esta mañana, y caigo en la conclusión de que jamás podría no excitarme, siempre me prende haga lo que haga, incluso pienso que ni siquiera se da cuenta de lo que me provoca. Sonrío enternecido y con ganas de decirle lo que pienso.

De repente oigo ruido en el piso de abajo. Diablos, no, ella no tiene que estar aquí. Me levanto de un salto y cierro la puerta con seguro. Me quedo detrás de la puerta para intentar oír algo más, pero todo se ha quedado en silencio, hasta pasado unos minutos.

—Iré a ver si están arriba.

Sí, es ella, no puede estar aquí pero tampoco puedo salir de la habitación o verá a Bill desnudo, en mi cama. Escucho sus pasos, tiene el mismo ritmo de mi corazón en mi garganta, me mantengo en medio del cuarto, justo en medio de la puerta y de mi cama, soy un poste patético que no sabe qué hacer en caso de que quiera tirar la puerta. Mi mente empieza a trabajar rápidamente, trayendo recuerdos de si dejamos cosas en la sala, en señal de que estamos aquí. Sin embargo, si así hubiera sido, ella hubiera dicho algo antes de subir. Siento sudor frío en mi cara cuando la escucho llegar a este piso y trata de abrir la puerta, la cual no puede.

—No, está cerrada la habitación de Tom. Espero que sí esté en clase o ya me escuchará. ¿Puedes llamarlo mientras hago mi maleta?

Habla con alguien pero no tengo idea de quien es, no escucho esa voz. Pero ha dicho maleta, ¿después de todo sí hay viaje para ella? Y qué fue eso de llamarme, ¿para qué?

In die NachtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora