3. ¡Disco!

1K 140 44
                                    

Izuku tomaba su café mañanero. No hay nada mejor que una buena taza de café en las mañanas. Ese era un momento sagrado.

— ¿Desea más azúcar señorita?

— Muchas gracias señor — Extendió su tasa estirando el meñique, siguiendo su broma.

— Dime Midoriya-san — Reprendio ofendido el pecoso — Parece ser una mañana tranquila.

La rubia asintió y estuvieron unos minutos en completo silencio escuchando el canto de los pájaros. Nada podría perturbar la paz.

— ¡Deku!

— Tenía que llegar el perro sin correa — Rodó los ojos — ¡Kacchan! Que ingrata sorpresa,  ¿que te trae por aquí? — Dio su mejor sonrisa intentando ocultar el claro enojo por perturbar su momento.

— ¿Por qué mierda mis granadas brillan?

Después de su primer encuentro con el peliverde. Izuku decidió jugarle una broma al explosivo colocando luces en sus granadas.

— Pff, si son increíbles. ¿Cual es el problema?

Katsuki sentía un tic en su ojo izquierdo.

— El puto problema es que por culpa de esa estupidez no puedo apuntar bien. Solo míralo como dispara sus estúpidas luces! — Señalaba sus granadas que parecían reemplazar el don de Aoyama por la luz cegadora que desprendía — Arreglalo ya maldito Deku.

— No puedo — Dio un sorbo a su taza de café.

— ¿Que? — Katsuki miraba la espalda del peliverde. Si las miradas mataran Izuku estaría en el quinto piso del averno.

— Como escuchaste.

—  ¿Me crees tan estúpido para esperar a que acabas tu taza de mierda?

— Pues si la bota te queda.

— ¿Que dijiste? — Se acercó peligrosamente al menor, agacho su rostro quedando cara a cara, Izuku sentado y el parado.

— Que si la bota TE queda — Confronto al rubio, cosa que le sorprendio — Ahora si me disculpas terminaré mi taza de mierda y te atiendo en media hora — Termino con un tono serio, enviandole un escalofrio a Bakugo — Así que fushi.

El rubio solo pudo irse lanzando maldiciones por aquí por allá y sentarse con sus granadas como un paciente esperando que el médico lo atienda. Deku solo sonrio, le gustaba como el otro se dejaba mandar. Ahora se tomaba su tiempo para acabar su café y también, con la tranquilidad que la mañana le brindaba.

[...]

— ¿Que tanto tenias que comerte? ¿Una verga?

Midoriya recién terminaba su taza de café después de hacerlo esperar más de media hora, pero menos de una hora. Lo suficiente para no terminar de arruinar su mañana.

— Ojalá — Eso lo dejó sin palabras, el pecoso solo agachaba su cabeza, triste — Bueno trae tus granaditas de juguete.

— Ni tu puedes con una de ellas — Se cruzó de brazos mirando hacia otro lado, rechazando la idea de que pudiera con ellas.

— ¿Que decías? — En menos de lo que terminaba de hablar, Izuku se estaba llevando las granadas en sus manos, como si de un flotador se tratara.

"Mierda, es tan caliente"

En silencio siguió al pecoso. Al fin y al cabo el solo se limitaba a las peticiones, la mano de obra era Izuku, su intelecto y sus herramientas. Nada más. Su trabajo era observar el talento nato para esa tarea del chico y no admitirlo, además de su buen trasero.

¡Support Me! | Katsudeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora