ELYSIA
—¡Lo estás haciendo mal!
—Lo he puesto como me has dicho, no veo dónde está el error.
—Hazte a un lado o nunca dejará de llorar —termino de colocarle el pañal a Elion —. ¡Eres un bueno para nada!
—Ratona, vámonos de aquí antes de que a tu madre le de por molestarse contigo también —él le extiende el brazo y ella sin rechistar agarra su mano para salir de la habitación.
—¡El problema eres tú, que no sabes hacer nada bien! —le grito con tanta fuerza que siento mi garganta rasposa.
—¡Así con todo y mal carácter seguirás siendo mi diosa! —grita desde afuera.
—¡Vete al diablo con tus palabras bonitas!
Él no estaba enojado conmigo, sólo me daba mi espacio porque sabía que no estaba siendo razonable y lo entendía; no estaba siendo fácil lidiar conmigo. En estos casi dos meses que llevábamos viviendo juntos, así había sido todo el tiempo, constantes gritos de mi parte y sin contar con el cambio tan extremo de mis emociones. Incluso me había encontrado a mí misma llorando en la ducha al recordar que ya había pasado por esto antes y que de nuevo volvería a enfrentarme a algo tan doloroso como lo es traer un bebé al mundo.
Le doy una ojeada al reloj en la pared y este marcaba casi las dos de la madrugada. Todos estábamos despiertos, inclusive Kalena, que se había despertado también por el llanto de Elion. Yo me había convertido en una especie de madre para él, pero teniendo en claro que jamás podría sustituir a quien le dio la vida.
A todo esto, también estaban los preparativos para casarme, lo cual se volvió un tema difícil debido a que mi barriga creció tanto en un mes y medio, que sería imposible entrar en un vestido y que no me sintiera incómoda. Razón por la que habíamos optado por una sencilla celebración a orillas del mar, donde no tuviera que llevar calzado incómodo y usaría un simple vestido que me acomode.
Aún con el sonido estridente del llanto de Elion, me siento en el sillón junto a su cuna para mecerlo y darle de comer. La puerta se abre con cautela dejando ver a su padre.
—¿Cuánto se supone que durará esto? —señala al pequeño que se está quedando dormido, succionando de mi pezon —. Él se pasa el día pegado a algo que se supone ya es mío y el trato ya casi vence.
—A este paso ni yo misma soy mía, Brayden —respondo en medio de un resoplido —. Ustedes tres están acabando conmigo y todavía hay alguien que no nace. ¿Dónde dejaste a Kalena?
—Está dormida. Fue difícil lograr que cerrara los ojos, está aprendiendo a caminar y es imposible que esté quieta. Pero tú te ves agotada, ¿por qué no te vas a dormir? —las caricias que deja en mis brazos me hacen cerrar los ojos y relajarme.
—¿Tú cuidarás de tu hijo solo? Ni siquiera has aprendido a cambiar un pañal.
—Es sólo cuestión de tiempo y me volveré todo un experto en cambiar pañales. Estaría preparado para mi tercer hijo —me es inevitable reprimir la risa que su comentario me causa.
Allí pasamos unas dos horas más hasta que logro que el sueño se apodere del pequeño Beck. Al entrar en la habitación que comparto con Brayden, no lo pensé mucho y con sólo tocar la cama ya estaba dominada por el sueño reprimido.
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Summer Fluke ✓
Romance[En edición] [Libro #1] Bilogía Summer Loves Elysia sabe lo que es estar bajo los constantes golpes de la vida siendo madre soltera, y Brayden cree que lo tiene todo viviendo en una relación sin amor, cuando en realidad no tiene consigo lo único que...