CAPÍTULO 23. Vacaciones en Oslo (parte 2)

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ELYSIA

Casi no podía sentir mis piernas, como tampoco tenía control sobre mi cuerpo y sentía que volvía a llegar al límite tras verme otra vez envuelta por las sensaciones de un nuevo orgasmo.

Con más fuerza clavo las uñas en su espalda ya rasguñada por mí y aprieto más el agarre de mis piernas alrededor de sus caderas cuando lo siento soltar en gruñio sobre mi oído al tiempo que mis fluidos escurren y su semen caliente se libera en mi interior. Sus brazos fallan y cae exhausto sobre mi cuerpo sudoroso. Deja pequeños besos en mis clavículas mientras acaricio su cabello humedo por el sudor.

—Feliz cumpleaños, mi diosa —lo veo confundida ante la felicitación.

—No cumplo años hoy.

—Tu madre no tiene motivo para mentirme, ella ha dicho que naciste un diez de julio y es la fecha de hoy —se incorpora sobre la cama, quedando sentado y hago lo mismo, tapando mi cuerpo con las sábanas —. ¿No sabías que día cumplías años?

—No, nunca lo supe —me lleno de angustia al recordar esos días tristes donde veía a todos mis amigos ser acogidos por familias —. En el orfanato donde crecí, a todos nos ponían como fecha de cumpleaños el día que dábamos los primeros pasos o un día cualquiera.

—Desde hoy no volverá a ser así —con una mano me sujeta de las mejillas provocando un puchero en mis labios y me besa repetidas veces hasta que me hace reír —. Eres una mujer que se merece el mundo, Elysia. Mereces mucho porque tú vales mucho.

—¿Qué tipo de libros te estás leyendo para decirme esas cosas tan bonitas?

—Digamos que Julio es como una enciclopedia libre.

Ambos estallamos en risa y por ese momento donde me siento feliz, me hago olvidar que antes había algo malo conmigo.

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Estaba enojada, muy enojada. Tenía ganas de golpear a alguien y desahogarme haciéndolo, si es que eso era posible.

—¿Diosa, qué pasa contigo? Estás muy callada desde hace minutos —intenta tocar mi cara y me hago a un lado —. ¿Me puedes explicar qué pasa?

—Ella, eso es lo que me pasa —hago un gesto señalado a la mujer que lleva todo el rato intentando pasarse de lista con Brayden —. Desde que llegamos no ha dejado de hacerse la amable contigo. ¿Crees que no me doy cuenta?

—No me había fijado en eso. Estaba concentrado en cosas más importantes. Como por ejemplo, tú.

—Ay por favor, eres hombre. Todos ustedes mienten, semillas del mismo campo.

—¿No me crees?

No respondo y continúo bebiéndome el chocolate caliente que había pedido.

Ayer nuestro recorrido había sido por la ciudad, hoy estábamos visitando las montañas. La verdad sí estaba emocionada, estaba conociendo la nieve y podía jurar que era de los fenómenos naturales más hermosos.

—Me quiero ir, Brayden —exijo y no pone objeción. Agarro mis cosas y él deja unos billetes sobre la mesa —. ¿Dónde iremos ahora?

—A una cabaña para evitar que tu preciado cuerpo acabe agarrando alguna enfermedad y no estés curada a tiempo para la fecha de matrimonio.

—Hoy te levantaste de buen humor, ya lo noto.

En eso mi celular anuncia una llamada y lo tomo de la cartera. Es Aby, así que contesto sin más.

—¡Feliz cumpleaños, Ely!

—Muchas gracias, Abi.

—Hay alguien que está extrañando mucho a su madre —muestra a Kalena en la cámara. Lleva uno de sus trajes de baño, por lo que deduzco que estaba en la alberca —. Todos esperamos con ansias a que vuelvas, pero también estamos felices de que estés viviendo tu vida, como hacía tiempo debía haber sucedido.

—¡Hola, Abigail! —se mete Beck a la cámara y Kalena se vuelve inquieta al verlo —. Hola, pequeña ratona, papi Brayden te extraña mucho.

—Deja de decir esas cosas, Beck —murmuro cerca de su oído. A lo que su reacción es plantar un beso en mi boca —. ¡Respeta a mi hija! —escuchamos la risa de Abi del otro lado.

—Sólo llamaba para desearte un feliz día. Continúa disfrutando de tus vacaciones, cuídate mucho y disfruta todo lo que puedas.

—Mamá te ama, hermosa. Adiós, Abi.

Devuelvo el celular a mi bolsa y seguimos caminando. Llegando a un punto donde sólo veía blanco por doquier y árboles altísimos.

—¿Falta mucho para llegar?

—Ya casi. ¿Estás cansada?

—Un poco, pero supongo que estamos... —me carga en brazos y sigue el camino —. ¿Qué diablos haces, Brayden?

—No voy a permitir que mi futura esposa y madre de mis hijos se lastime o se canse.

—Lo que hacemos en la cama también me deja cansada y en parte lastimada.

—No pienso discutir eso, así que será un tema pendiente a alguna futura conversación.

Sigue el camino conmigo en sus brazos hasta que llegamos a una bonita y acogedora cabaña. Sube los escalones principales y me baja al estar dentro. El interior es muy espacioso, la madera es lo que más abunda y el calor que propina es lo que necesitas para olvidar el frío de afuera. La chimenea está prendida, así me siento en el suelo cerca al calor del fuego y mi vista se pierde mirando las llamas, así como mi mente se va a los recuerdos de mis primeros meses de embarazo.

Era a penas una mujer que soñaba con comenzar su vida lejos del dolor, la decepción y el maltrato. Pero supongo que me equivoqué de camino y acabé en el más oscuro que pude haber elegido, pero nunca negué mi embarazo, como tampoco negué a mi hija. Siempre me mantuve firme ante todo y no desistí bajo ningún concepto al saber que él no lo aceptaba. Sobreviví a noches infernales, días sin tratamiento para los dolores y muchas situaciones y etapas complicadas. Pero aún así, hoy sigo sin estar arrepentida, mi hija ha sido de las cosas más hermosas que me han ocurrido y de la que nunca estaré afligida.

—¿En qué tanto piensas, hermosa? —toma asiento a mi lado y recuesto mi espalda contra su cuerpo.

—Estaba recordando.

—¿Buenos o malos momentos?

—Digamos que son los mejores, pero al principio no lo fueron tanto. Mi vida fue un desastre constante en aquel tiempo —limpio mi cara al sentir que estoy llorando —, estaba sola y a la vez sentía que podía con todo, pero había días en que sólo pensaba en rendirme y... Lo siento, soy una tonta por llorar así y siento que te aburro.

—Claro que no. No me aburres y mucho menos me molesta que me cuentes todo eso que pasa por tu cabeza, tus problemas o tus miedos —besa mi frente en un gesto cálido —. Todo lo contrario, me encanta escucharte y que me tengas toda la confianza para contarme todo. Me gusta que confíes en mí.

—Gracias, de verdad. Por tenerme paciencia y saber resptarme.

—Sabes que por ti esperaría mil años si fuera posible. Como también me he dado cuenta que no quiero encontrar en un mundo donde tú no estés, Elysia.

💙🌊

Se vienen cositas.

¿Qué tal el capítulo? A mí en lo personal no me gustó mucho pero la opinión es de ustedes.

Esta historia está un poco rara, así que estoy dispuesta a acabarla muchísimo antes de que se termine julio para así editarla, hacer algunos cambios y así. Ya luego tendrán el segundo libro que va sobre mi protegida "Kalena Beck"

¿De estos 2 qué me dicen? ¿Otro baby para Elysia? (hay posibilidades de que sí)


Besukis 💙

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