💙 E X T R A 💙

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BRAYDEN

—Kalena, ¿cuántas veces vamos a hablar de esto? Ya van tres veces en el mes que te metes en peleas.

—¡No es mi culpa! Esa niña estaba molestando a mi hermana y ella no sabe defenderse.

Mis ojos se desplazan a Blair, con su pelo regado y algunos rasguños marcan sus brazos. Definitivamente esto era algo que debía contarle a su madre.

—No puedes seguir peleándote siempre que aparece la oportunidad o tu madre jamás te dejará ir a ese club al que quieres ir.

—No se entera si no le dices nada y si tampoco me regañas frente a los demás. Aiden es muy chismoso y siempre le cuenta todo —hace una mueca de desagrado —. Elion es el único que me cubre.

Suelto un extenso suspiro para hacer el intento de quitar la presión que cargo. Agarro a mis hijas del brazo para subirlas al coche e irnos a casa. Ellas no hablan en el resto del camino, yo las veo a través del retrovisor y no sé cuál de las dos se ve peor; si Kalena con el pelo vuelto un nido de pájaros y el labio roto o Blair con esos arañazos.

Si de esta no me daban el divorcio, podía considerarme un sobreviviente en todo esto.

Al entrar en la casa todo estaba muy silencioso, las niñas se van a su habitación. En el jardín trasero Elion y Aiden están teniendo su guerra de globos de agua del día y su madre los ve desde los asientos. Tenía la intención de hablar cuando aparecen esos demonios que tengo como hijas, la cara de Elysia es una muestra de total enfado.

—¿Qué les pasó que están así tan lastimadas?

Me gano una de sus miradas asesinas.

—Me he peleado en la escuela —a este punto no sabía qué cara poner yo, pero agradecía que ella misma le dijera —. Estaban molestando a Blair y yo la defendí.

La más pequeña le muestra sus brazos con rasguños, pero aún así y no deja de sonreír.

—¡No saben que por eso las pueden expulsar de la escuela! —ellas asienten con la cabeza gacha —. Las dos a su cuarto y se ponen a hacer sus tareas.

—¿Pero sí podré ir al club de biología el siguiente mes? —le pregunta la pequeña rubia problemática con una sonrisa.

Ella ni siquiera se pude resistir ante esa sonrisa y acaba abrazándola y llenando su cara de besos.

—Es bueno eso de que quieras defender a tu hermana pero lo que no es bueno es que lastimes a otros.

—No lo volveré a hacer, lo juro.

—Ahora vayan a hacer sus deberes y después decido si irás a ese club.

Las dos se van corriendo y tomadas de la mano. Aiden y Elion no me habían notado, por lo que tampoco me molesto en interrumpir su juego o como otras veces acabaré todo mojado. Me siento al lado de mi esposa, estos días no había tenido tanto tiempo de estar con mi familia a causa de mi trabajo.

—Esto es tan difícil y agotador. Yo no era así cuando tenía su edad.

—Ellas recién están creciendo y todo lo ven como una diversión. Pero ponte en su lugar, yo fui peor que todos nuestros hijos juntos.

—Tú ya no tienes remedio, considero la paciencia de tu madre en todos estos años de vida.

Y como si la hubiese invocado aparece mi madre con los brazos llenos de bolsas de regalo. Los niños al verla no dudan en correr a ella y abrazarla.

—¡Mi hijo favorito! —deja las bolsas en el suelo y sus dedos aprietan mis mejillas con tanta fuerza que duelen —. ¿Dónde están mis nietas?

—Haciendo sus deberes, mamá —la aparto para que deje de tratarme como lo hace —. Y deja de venir siempre con tantos regalos, a este paso los vas a mal acostumbrar.

—No estés celoso, también hay algunas cosas para ustedes. Iré con las niñas, mañana las llevaré conmigo a la casa de verano.

—Ellas no...

—"Ellas" nada —me da una palmada en la mejilla que me hace mirarla mal —. Soy tu madre y con todo y tus treintena y cinco años no me dices qué hacer o qué no.

Entra en la casa con todo y bolsas, los chicos se acercan a nosotros con sus ropas mojadas.

—Si la abuela se lleva a nuestras hermanas y no a nosotros, ¿entonces nos podemos ir con el abuelo a pescar? Por favor, papá.

—Aiden, no sabes nadar y la vez pasada casi te ahogas —le vuelvo a recordar.

—Esta vez no me lanzaré del bote sin flotadores.

—¡Mamá dile algo! —rebate Elion.

—Su padre tiene razón —ambos hacen mohín con sus labios —. Los dejaré ir, pero deben hacer caso a su abuelo y no se irán a la playa sin que él los acompañe.

—¡Mamá es la mejor! Esta vez sí haremos caso —gritan a la par, alzándose sobre ella para abrazarla.

Siento celos, para qué negarlo.

—¿Y yo qué? ¿Se les olvida quién los salva de las peleas de su madre?

—También te amamos -me gané un abrazo también.

Se van corriendo y siguen su guerra de agua.

—Que sea la última vez que me dejas en ridículo delante de mis hijos —protesto.

—Tú lo has echo un montón de veces y no he dicho nada.

Ella se encoje de hombros. Volviéndose a colocar sus lentes de sol.

—Pero esas miradas tuyas dicen todo sin tener que hablar, soy mayor que tú así que me debes respeto.

Se ríe como si hubiese escuchado el mejor chiste del mundo.

—Por favor, respeto y miedo son dos cosas que no te tengo. Te estás volviendo un viejo con gran sentido del humor.

—Llámame como quieras. Pero viejo o no, sigo siendo bueno en la cama.

Le sonrío con superioridad. Su cara se torna del color de las cerezas y eso de ella me parece un gesto totalmente tierno, lo que me hace quedarme mirándola sin parpadear. Ella era tan sencilla, fácil de leer y tan espontánea que a veces me decía a mí mismo que ella era demasiado para mí.

Summer Fluke ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora