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Los meses habían pasado desde que Meredith comenzó su terapia con la ayuda de Aizawa

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Los meses habían pasado desde que Meredith comenzó su terapia con la ayuda de Aizawa. A pesar de todos los esfuerzos y la dedicación de Aizawa para ayudar a la pequeña a adaptarse al mundo que la rodeaba, los avances habían sido lentos y arduos. Aunque Meredith había aprendido a caminar con mayor estabilidad y a interactuar de manera más activa, la comunicación seguía siendo un desafío. Los gruñidos y las respuestas no verbales aún predominaban, y Aizawa empezaba a sentir la presión y la frustración de no ver los resultados esperados.

Esa noche, después de una jornada particularmente agotadora, Aizawa se encontraba en la habitación de Meredith, sentado junto a la cuna. La pequeña estaba en su cuna, mirando con ojos cansados pero curiosos mientras Aizawa intentaba leerle un cuento, su voz suave apenas logrando llegar a la atmósfera tranquila de la noche.

─Está bien, Meredith ─dijo Aizawa con un tono que reflejaba una mezcla de cansancio y esperanza.─ Vamos a intentar descansar un poco, ¿de acuerdo?

Aizawa había perdido parte de su esperanza, dudando si el esfuerzo que estaba poniendo era suficiente para ayudar a Meredith a superar sus dificultades. La idea de que la pequeña pudiera nunca hablar o comunicarse de manera efectiva parecía más realista con cada día que pasaba.

Mientras Aizawa se preparaba para levantarse, sintió una mezcla de frustración y tristeza. Miró a Meredith, quien estaba tumbada en su cuna, y suspiró profundamente.

─Lo siento, Meredith ─murmuró, su voz llena de resignación.─ Quizás no estoy haciendo lo suficiente.

De repente, mientras Aizawa estaba en medio de sus pensamientos, escuchó un sonido inesperado. Meredith, con voz temblorosa pero clara, dijo algo que hizo que el corazón de Aizawa se detuviera por un momento.

─Papá... ─dijo Meredith desde su cuna, su voz apenas un susurro, pero suficientemente clara.

Aizawa se quedó paralizado, sus ojos se abrieron de par en par mientras miraba a Meredith, quien lo observaba con una mezcla de esperanza y timidez. La palabra que acababa de pronunciar era una de las que Aizawa había soñado escuchar, pero que nunca había esperado realmente escuchar en voz alta.

─¿Qué... qué dijiste? ─preguntó Aizawa, su voz temblando de emoción.

Meredith repitió, con un poco más de seguridad, pero aún en un tono suave.

─Papá...

Las lágrimas comenzaron a acumularse en los ojos de Aizawa mientras se inclinaba hacia la cuna, su corazón rebosante de una emoción que no había sentido en mucho tiempo. La pequeña había dado un gran paso hacia adelante, y las palabras que acababa de decir significaban más de lo que él podría expresar con palabras.

─Sí, Meredith ─dijo Aizawa con voz quebrada, mientras tomaba la mano de la pequeña con ternura.─ Soy yo. Estoy aquí para ti.

Meredith extendió su mano hacia él, y Aizawa la tomó con cariño, sintiendo cómo el peso de sus dudas y frustraciones comenzaba a desvanecerse. La conexión que había estado tratando de construir durante meses finalmente parecía estar tomando forma, y la palabra que acababa de escuchar era un faro de esperanza en medio de la oscuridad.

𝐏𝐚𝐩𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐚𝐜𝐜𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐞『𝐀𝐢𝐳𝐚𝐰𝐚 𝐒𝐡𝐨𝐮𝐭𝐚』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora