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Aizawa se preparó para otro día de terapia con Meredith, consciente de la importancia de cada sesión en su recuperación

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Aizawa se preparó para otro día de terapia con Meredith, consciente de la importancia de cada sesión en su recuperación. Con su pequeña de la mano, se dirigió al centro de terapias especializado, un lugar que ya había comenzado a sentirse como una segunda casa para ambos.

Meredith caminaba a su lado, su mano apretada firmemente en la de Aizawa. Aunque su progreso había sido lento, cada pequeño avance era una victoria. Hoy, Aizawa estaba especialmente esperanzado, después de ver cómo había interactuado con Eri el día anterior.

Al llegar al centro, la terapeuta, la señora Takahashi, los recibió con una cálida sonrisa.

─Buenos días, Shota, Meredith. ¿Están listos para otra sesión? ─preguntó con entusiasmo.

Meredith se escondió detrás de la pierna de Aizawa, tímida como siempre. Aizawa se agachó para estar a su nivel y le ofreció una sonrisa tranquilizadora.

─Vamos, Meredith. Solo será un ratito. La señora Takahashi nos va a ayudar mucho hoy. ─dijo suavemente.

Meredith asintió lentamente y permitió que Aizawa la guiara hacia la sala de terapia. La habitación estaba decorada con colores brillantes y juguetes educativos, diseñados para crear un ambiente acogedor y seguro para los niños.

La sesión comenzó con ejercicios básicos de motricidad. La señora Takahashi guiaba a Meredith con paciencia, animándola a utilizar sus manos y pies para completar diversas tareas. Aizawa observaba de cerca, listo para intervenir si Meredith se sentía abrumada.

─Vamos a jugar con los bloques hoy, Meredith. Quiero que intentes apilarlos lo más alto que puedas. ─dijo la señora Takahashi, colocando un par de bloques frente a la niña.

Meredith miró los bloques, y después de un momento de duda, comenzó a apilarlos cuidadosamente. Aizawa sintió un nudo de orgullo en el pecho al ver su determinación.

La sesión continuó con actividades de interacción social. Meredith tenía que imitar las expresiones faciales de la terapeuta, una tarea que siempre le resultaba difícil. Sin embargo, con Aizawa a su lado, le dio valor para intentarlo.

─Muy bien, Meredith. Ahora, ¿puedes mostrarme una cara feliz? ─preguntó la señora Takahashi.

Meredith miró a Aizawa, quien le ofreció una sonrisa alentadora. Poco a poco, Meredith trató de imitar la sonrisa, aunque de manera tímida.

─¡Eso es, Meredith! Estás haciendo un trabajo increíble. ─la animó la terapeuta.

Al final de la sesión, la señora Takahashi habló con Aizawa mientras Meredith jugaba con unos juguetes en una esquina de la sala.

─Está haciendo grandes progresos, Shota. Sé que es un camino difícil, pero cada pequeño paso cuenta. La constancia es clave. ─dijo, con una voz llena de empatía y profesionalismo.

𝐏𝐚𝐩𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐚𝐜𝐜𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐞『𝐀𝐢𝐳𝐚𝐰𝐚 𝐒𝐡𝐨𝐮𝐭𝐚』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora