CAPÍTULO DOCE (+18)

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SASUKE

Su suave cabello yacía esparcido por mis sabanas oscuras, su blanca piel expuesta como una tentación nueva hace que quiera volver a la cama. Sus facciones relajadas y su lenta respiración me decían que estaba inducida en un gran sueño, uno que la mantenía con una pequeña sonrisa.

Cruzado de piernas sobre el sofá miraba atentamente como dormía. Era una dulce tentación que me estaba inquietando, ni siquiera la nicótica que envuelve mis pulmones elimina esa sensación. Le di una tercera calada al cigarro y desvié mi vista hacia la ventana. El crepúsculo estaba en su punto máximo, lo que significaba que llevaba horas en la misma posición sintiéndome complacido con tan solo verla dormir.

Se parecía a un ángel tan pacífico y tranquilo. Con colores claros en su ser, representando mucha luz. Desde ese cabello de color inusual, sus ojos verdes como dos esmeraldas, hasta su piel blanca y lechosa. Podía distinguirse entre el gentío mil veces, podía ser un punto blanco del que yo solo miraría.

Karin me hablaba mucho de ella, de verdad que no tienen similitudes y eso era una ventaja para Sakura, pues de esa manera la mafia no tiene idea de a quien buscar. Deben estar locos tratando de encontrar a una chica de cabello rojo, tan parecida al juguete de Danzo.

Una cosa que tengo que celebrarle a Karin es que la mantuvo escondida muy bien.

Me lo hizo saber tantas veces, solo a mí.

Yo siempre lo supe.

Mi hermanita se llama Sakura —dijo Karin con una sonrisa en su rostro. Me contaba porque no estaba con ella, decidió que quería protegerla de este mundo al que le toco vivir. Su hermanita adorada merecía una vida tranquila.

A pesar de estar llena de joyas y tener una vida de lujos de los que pocos pueden tener, su mirada estaba totalmente vacía. Con una foto de ella y su hermana en sus manos esa mirada adquiría un brillo especial, como si toda su felicidad girara sobre Sakura. Con una vida destruida como la que tenía era lógico aferrarse a un pasado que la hizo sentir feliz.

¿Y, que le estás haciendo? Señale el papel que estaba enfrente de ella.

Con el bolígrafo en sus manos siguió anotando unas cuantas palabras. Aprovecho el poco tiempo que tenía libre para entrar justo en mi biblioteca, escondida como un ratón de los ojos y oídos de quienes la encadenan.

Alzo la mirada un tanto indecisa de si responderme o no. Total, se sintió comprometida a decírmelo, ya que yo la escondía para que pudiera hacerlo. En mi biblioteca estaba segura de que no la molestarían, tenía un espacio para ser libre. ¿Por qué? Porque me pareció interesante lo que haría.

Le escribo una carta como cada mes, ella quiere saber cómo es la vida en la cuidad, —respondió al fin.

¿Sabe a lo que te dedicas? —interrogue curioso. Me senté frente a ella y de mi saco saque una cajetilla de cigarros que pronto abrí.

Soy una diseñadora bastante reconocida en la cuidad. Por eso tengo una vida de lujos y visto los mejores vestidos.

Comencé a reírme ante su vida inventada. No estaba cerca, ni tantito de la realidad. Justo ahora tenía un moretón en la mejilla que aun con maquillaje se notaba. Era una mujer guapa que para vestir bien tenía que llegar a la miseria de un buen trato.

Es una mentira estúpida opine.

Ella lo cree y así será. Me miro mal y prosiguió escribiendo. —Por cierto, deja de echarme humo en la cara, suficiente tengo con el maldito de Danzo. Deberías cuidar tus pulmones.

NO DEBERÍAS   (SasuSaku) En Emisión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora