Bianca había llegado a Corea del Sur cuando tenía solo diez años. Sus padres habían decidido mudarse desde su país natal, llevando consigo a su hija pequeña. Ahora, a sus 25 años, hablaba con fluidez tres idiomas: inglés, español y coreano. Trabajaba como secretaria de BTS en HYBE, una posición que había obtenido gracias a su impecable currículum y su dedicación. Desde el primer día en su puesto, sabía que las reglas en HYBE eran estrictas: no se permitían relaciones entre empleados y idols de K-pop.
Jungkook, el maknae de BTS, la observaba desde el otro lado de la sala de reuniones. Su mirada era intensa, cargada de una mezcla de curiosidad y algo más oscuro, un deseo reprimido. No podía negar la atracción que sentía por Bianca, pero su personalidad de bad boy le decía que debía alejarse. Sin embargo, cada vez que la veía conversar con otros grupos masculinos de la compañía, un ardor de celos le recorría el cuerpo.
Bianca se movía con gracia entre las mesas, organizando papeles y preparando todo para la próxima reunión. Estaba acostumbrada a las miradas, pero la de Jungkook era diferente. Era una mezcla de deseo y represión que ella no terminaba de entender.
"Buenos días, Jungkook-ssi," dijo con una sonrisa profesional mientras pasaba junto a él.
"Buenos días," respondió él, con una voz más profunda de lo habitual, sin apartar la mirada de ella.
Las interacciones entre ellos siempre eran así, breves y formales, pero cargadas de una tensión palpable. Jungkook trataba de convencerse de que no sentía nada por ella, que su interés no era más que una distracción. Pero cada vez que la veía, su corazón le decía lo contrario.
Esa tarde, mientras todos se preparaban para una serie de entrevistas, Bianca tuvo que ayudar a otro grupo masculino con algunos detalles logísticos. Jungkook los observaba desde la distancia, su mandíbula apretada al ver cómo los chicos reían y coqueteaban con ella. No pudo evitar sentir una punzada de celos, una emoción que no podía permitirse en un lugar como HYBE.
"Necesito hablar contigo," dijo Jungkook abruptamente, acercándose a Bianca en un momento en que ambos estaban solos.
Ella lo miró, sorprendida por la seriedad en su voz. "Claro, ¿qué necesitas?"
"Es sobre... el trabajo," respondió, aunque ambos sabían que no era cierto. "Tenemos que asegurarnos de que todo esté listo para la próxima presentación."
Bianca asintió, aunque podía sentir la tensión en el aire. "Por supuesto, me encargaré de todo."
Mientras ella trabajaba, Jungkook se acercó más, su presencia era casi abrumadora. "Bianca," dijo en un susurro que hizo que su piel se erizara, "sabes que no deberías estar tan cerca de esos chicos."
Ella levantó la mirada, encontrando sus ojos oscuros llenos de una intensidad que la dejaba sin aliento. "¿Perdón? ¿Por qué no?"
"No es profesional," dijo, aunque sabía que era una excusa débil.
"¿Es solo eso, Jungkook? ¿O hay algo más que quieras decirme?"
Él apretó los labios, luchando contra el impulso de confesar lo que realmente sentía. "Solo... ten cuidado," fue todo lo que pudo decir antes de alejarse, dejándola con más preguntas que respuestas.
Bianca lo observó irse, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que había algo más detrás de sus palabras, algo que él no estaba listo para admitir. Pero en un lugar como HYBE, donde las reglas eran estrictas y los sentimientos podían ser peligrosos, ambos tendrían que ser muy cuidadosos.
Después de la breve conversación que había tenido con Bianca, Jungkook se sumió en una tormenta de pensamientos. El deseo que sentía por ella era innegable, y aunque sabía que no debía actuar según sus impulsos, no podía ignorar el ardor que lo consumía. La regla de HYBE sobre las relaciones entre empleados e idols estaba clara, pero esa barrera no parecía ser suficiente para frenar sus emociones.
Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Jungkook no podía sacudirse la imagen de Bianca de su mente. La forma en que se movía, la manera en que sus labios se curvaban en una sonrisa profesional, todo en ella lo atraía con una intensidad que no podía controlar. No quería tener una relación formal con ella; sabía que eso complicaría aún más su vida y su carrera. Pero la idea de que alguien más pudiera acercarse a ella lo enloquecía.
Decidió llamar a uno de sus amigos cercanos, el cual siempre le daba consejos prácticos. Sabía que necesitaba desahogarse y, aunque no quería admitirlo, necesitaba una perspectiva externa sobre sus sentimientos.
"¿Qué pasa, Kook?" respondió su amigo al otro lado de la línea.
"Necesito hablar contigo," dijo Jungkook, su voz grave y cargada de frustración.
"Claro, dime," respondió el amigo.
"Es sobre Bianca," comenzó Jungkook, tratando de encontrar las palabras adecuadas. "La he visto hablando con otros chicos, y no puedo dejar de pensar en lo mucho que me molesta."
"¿Qué pasa con Bianca?" preguntó su amigo, sin comprender del todo el motivo de su angustia.
"No quiero que nadie se le acerque," admitió Jungkook. "No quiero una relación con ella, no de la manera tradicional, pero tampoco quiero que otros chicos la miren. Es... complicado."
Su amigo se quedó en silencio por un momento. "Eso es una situación difícil, Kook. ¿Estás seguro de que lo que sientes es solo celos y no algo más profundo?"
"No sé," admitió Jungkook. "Solo sé que no puedo soportar la idea de que alguien más la toque, que se ría con ella, que la haga sentir especial. Quiero mantenerla cerca de alguna manera, pero sin comprometerme."
"Eso suena como un dilema bastante intenso," dijo su amigo. "Tal vez sea mejor que te concentres en tus sentimientos y veas qué es lo que realmente quieres. De lo contrario, podrías hacerle daño a ella o a ti mismo."
Jungkook colgó la llamada, más confuso que antes. Sus pensamientos giraban en torno a Bianca y a la contradicción entre sus deseos y las reglas que debía seguir. Cada vez que la veía, el deseo y la frustración lo consumían más. Sabía que debía mantener una distancia profesional, pero el deseo de poseerla de alguna manera era una batalla constante en su mente.
A la mañana siguiente, Jungkook llegó temprano al trabajo, con la esperanza de que el día sería más fácil. Sin embargo, al ver a Bianca en su escritorio, organizando papeles y hablando con otros miembros del personal, su corazón volvió a latir con la misma intensidad de la noche anterior.
Cuando Bianca levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Jungkook, él intentó mantener su expresión neutral. Pero en el fondo, sentía una mezcla de deseo y celos que no podía controlar. No quería actuar impulsivamente, pero la lucha interna era cada vez más difícil de soportar.
Bianca se acercó para entregarle algunos documentos. "Buenos días, Jungkook-ssi."
"Buenos días," respondió él, tratando de mantener la calma. "Gracias por esto."
Mientras ella se alejaba, Jungkook la observó con una mezcla de admiración y frustración. No podía negar que deseaba tenerla cerca, pero al mismo tiempo, sabía que el precio de sus deseos podría ser alto. La tensión entre ellos seguía creciendo, y Jungkook se encontraba atrapado en un juego que no podía ganar sin perder algo en el proceso.
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El Juego del Placer
RomanceBianca ha vivido en Corea desde los 10 años, y trabaja como secretaria en HYBE, una de las empresas de entretenimiento más importantes del país. Habla inglés, español y coreano con fluidez, lo que le ha permitido destacarse en su carrera. A pesar de...