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Tren de Medianoche
Eliana Müller

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Año 854

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Reiner se despertó abruptamente, sudoroso y con el corazón palpitando tras una pesadilla vívida de la batalla en Shiganshina. La habitación estaba a oscuras, iluminada solo por la luz tenue que se filtraba a través de las rendijas de las cortinas. Reiner se sentó en la cama, tratando de calmar su respiración agitada. De repente, la puerta se abrió y Galliard entró, una sonrisa burlona en su rostro.

—Parece que el sueño no ha sido muy amable contigo - comentó Galliard con sarcasmo.

Reiner, aún temblando por el recuerdo de su pesadilla, agradeció a Galliard.

—Gracias por salvarme durante la batalla en el fuerte Slava. No sé qué habría hecho sin ti.

Galliard hizo un gesto despectivo con la mano.

No lo hagas por mí. Lo hice por Marley, no por ti. Y esto no habría pasado si hace nueve años yo hubiera heredado el poder del Titán Acorazado en lugar de ti. Mi hermano Marcel murió por salvarte.

Reiner, tratando de comprender la magnitud del dolor de Galliard, preguntó con cautela.

—¿Pudiste ver las memorias de Marcel?

Galliard negó con la cabeza.

—No pude, pero sí herede las memorias de Ymir, la anterior portadora del Titán Mandíbulas. Vi que, en Paradis, parecías ser una figura confiable para los demás, como si estuvieras imitando a Marcel.

En ese momento, Eliana entró en la habitación, llamando a Pokko y dándole un beso en la mejilla. Reiner y Galliard se giraron para mirar.

—No deberías tratar así a Reiner - le dijo Eliana a Galliard. - Lo hizo por nuestro bien.

Galliard no respondió, simplemente asintió, mientras Eliana se dirigía a Pieck, que estaba apoyada en una muleta.

—¿Estás bien, Pieck? - preguntó Eliana, preocupada.

Pieck sonrió con un aire cansado.

—Solo olvidé cómo andar de pie después de pasar dos meses en mi forma de titán.

Pieck se acercó a Eliana y la abrazó. Eliana correspondió al abrazo con ternura. Luego, Pieck miró a Reiner, que estaba a punto de salir de la habitación.

—Deberías ir a ver a los guerreros cadetes - le sugirió Pieck a Reiner. - Están muy preocupados por ti.

Reiner asintió y salió de la habitación. Una vez que se hubo ido, Pieck se recostó en la cama, visiblemente cansada. Galliard se acomodó en una silla cercana, mientras Eliana se sentaba a su lado.

—No nos hemos visto desde hace mucho - dijo Eliana, mirando al techo mientras suspiraba. - Aunque, claro, vosotros estuvisteis juntos en el campo de batalla.

Eliana se tumbó en la cama, sus pensamientos volviendo a los eventos pasados. Miró hacia el techo y comenzó a hablar en voz baja.

—Lo siento por lo de Marcel. Cumpliré mi promesa, te lo prometo.

Galliard la observó con una expresión de resignación.

—No es tu culpa, Eliana. Y no importa si cumples tu promesa o no. No soy un niño pequeño. Sabes que todos nosotros tenemos que cargar con el peso de nuestras decisiones.

𝐀𝐥𝐦𝐚𝐬 𝐄𝐧 𝐏𝐚𝐳º Eren JeagerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora