Capítulo 35: Recuperación

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Capítulo 35: Recuperación.
Enero 14, 2021.
Katherine.

Una semana he estado encerrada en el departamento de Reese, rodeada de él y sus mañas de orden o el olor de sus comidas que son deliciosas. He observado todos sus movimientos y he mejorado.

No ha ido a trabajar desde que yo estoy aquí pero siempre trabaja en su laptop o en llamada. Y por lo que entiendo, Dereck es quien está llevando la empresa o al menos transmitiendo las ordenes de Reese. No hay día en el que no comamos juntos pero separados gigantescamente, él en su esquina y yo en la mía. No hablamos mucho, nos ignoramos la mayoría del tiempo, lo cual me hace sentir peor porque aunque no me hable y yo no quiera que me hable, él se encarga de cada una de mis comidas y necesidades. Incluso cuando no hay necesidad. Hace un par de días era de madrugada y salió de su habitación porque había pasado la madrugada llorando, así que solo se acercó y sentó a mi lado, y en completo silencio me abrazó con cuidado y cariño hasta que paré de llorar.

No lo mereces.

Es en lo último que he podido pensar sobre él. Cuando sus ojos color mierda se ponen en mí y me mira aunque sea por segundos, creo que mi declaración de lo importante que él es para mi es decir que no merece absolutamente de lo que lo he hecho pasar.

Como todos los días lo veo preparar la bañera, incluso cuando le he rogado que deje de hacer cosas por mi.

—Creo que ya estoy lista para irme, Reese.—veo como su espalda se tensa mientras espera a que me sumerja dentro del agua.—Me siento mejor, ese era tu punto, ¿cierto?

Él solo sale del baño, dejándome sola. Y una vez salgo y me visto, me acerco a él.

—Reese...—él suspira y se gira a mirarme.—Estoy bien, mírame, ya cumpliste con tu propósito, tienes dejarme ir.

—Puedes irte cuando gustes, Katherine.—se gira y continúa con la cena.

—Necesitas decirme algo, Reese, tienes que sacarlo, llevas una semana sin hablarme pero tratándome como a una reina y yo no puedo dejar de pensar en que soy una perra.

—No hay nada que decir, Katherine. Eres libre, eres adulta e independiente.—Es todo lo que dice y sirve la cena para luego irse a su esquina, esperando a que repita la acción.

Y lo hago.

Necesito irme, necesito mi espacio y quiero darle el suyo.

Ya no somos pareja, ya no somos nada. Y no quiero ser más su problema.

Comemos en silencio y aunque trato de detenerlas, termino llorando. Aparto el plato de comida y cubro mi rostro, dejo que los sollozos salgan.

—Katherine.—susurra, con su voz llena de cansancio. Lo escucho acercarse. Lo siento sentarse a mi lado y luego su brazo sobre mi hombro.—Ven acá.

—N-no, no, déjame. Deja de actuar así, deja de hacerme sentir culpable, por favor. He tenido suficiente así que ódiamey abandóname.

—No puedo.—es lo que susurra antes de jalarme hasta que termino llorando en su pecho. Y quiero aferrarme a él porque quiero reparar lo que hice y rogarle que me perdone pero no puedo.

No puedo hacerlo pasar por esto.

Perdón.

Es lo máximo que hago, las palabras se atoran en mi garganta y ahora no solo lloro por que estoy tremendamente sola en este mundo sino que también porque a la única persona que no me hacía sentir sola, también lo empujé hasta que ya no está.

Fallaste dos veces.

Y todo por tu propia estupidez.

Mientra él me abrazaba no podía vencer el dolor de recordar que mientras él y yo estábamos abrazados, riendo, haciendo el amor, mi madre sufría el primer infarto, sola y asustada. Que mientras yo estaba de viaje, sanando las heridas de Reese, mi madre decidía cometer un error que le costaría su vida. Mientras yo era feliz la vida me lo cobraba.

Peligroso para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora