Capítulo 38: Comienzos

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Capítulo 38: Comienzos.
Febrero 28, 2020.
Katherine.

Sarahí realmente es muy entusiasta y tiene mucha energía. Es lo contrario a mí, que a pesar de vivir situaciones similares ambas tenemos carácter diferente y actitudes diferentes. Y aunque a veces me maree con su energía trato de no ser grosera.

Mañana nos vamos a Nueva York y aunque Sarahí me ayudó a empacar y finiquitar mis asuntos pendientes que se basaban en regalar la ropa y medicamentos de mamá a personas que lo necesitan.

La casa ya no es la misma. La habitación de mamá tiene solo tiene la cama especial que llevaremos a un centro de ancianos. La cocina ya está vacía, mi habitación solo es un par de cajas y un colchón inflable. La mayoría de muebles que no podíamos llevar los vendí y así conseguimos el enganche del departamento.

No pude pagar la deuda de la casa así que ni bien me vaya la pondrán en subasta y se siente como traicionar a mamá, este era nuestro lugar, era donde por fin podíamos llamar hogar después de no tener nada y ahora lo perdí.

Mamá y yo solíamos  vivir en las casas de sus novios, los cuales fueron tres a lo largo de mi vida, ninguno era la mejor opción para ella, por supuesto, sin embargo, ninguno nos maltrató. Excepto el último, quien le transmitió el virus a mamá y una vez se enteró, nos echó. Yo solo tenía 16 años cuando eso pasó, desde entonces trabajaba de noche en una gasolinera y estudiaba de día. Esos mil dólares de medicamentos no se iban a pagar solos. Trabajé tanto que en cuanto obtuve algo más lo ahorré hasta poder enganchar una casa. Pequeña, pero siempre fuimos dos, ¿para que más? Era nuestro. Era donde sabíamos que no nos iban a echar en cuanto hiciéramos algo. Sabíamos que podíamos dormir bajo un techo cálido que nos pertenecía. 

Perder a mamá y perder la casa son dos cosas que no estaba lista para soportar. Verla así de vacía, impersonal. Todo eso que lo hacía un hogar se había ido. La vida que nos-me rodeaba ahora es un silencio que hace que mis oídos chillen. 

¿A que te aferras en esta vida sino es a un lugar al que volver? ¿Como puedo arriesgarme cuando las veces que lo que he hecho, salgo lastimada? ¿Como debo protegerme a mi misma en un mundo desconocido y con alguien desconocido?

Tengo miedo.

Y decirlo me deja sin aire. 

Estoy asustada. Tengo terror del mundo, de que me siga quitando cosas. De estar sola y no saber estarlo. Dejarme llevar es aterrador. 

Me siento sobre el suelo, en todo el centro del espacio, recordando.

༄࿐

No.—es lo primero que dice cuando estamos de pie frente a la casa. Mi sonrisa no se borra. Sabía que su reacción inicial no sería bonita.

—¡Cállate, mamá, y entremos!

—No, no, no. Es demasiado. Estamos bien. Podemos arreglarnos.

Suspiro.—¿En donde? En la casa de algún "amigo tuyo" ¿o de los míos?

Mi sarcasmo la hace pellizcarme.—Esto es demasiado para ti.

—Ven conmigo.—tomo su mano y trato de jalarla adentro pero se aferra al suelo con sus pies.—Ven, imagina lo que podemos hacer. Podemos pintar, decorar, amueblar. Podemos hacer lo que queramos, mamá. Es nuestra. Solo entra, por favor.

Gruñe y me deja guiarla. La casa está vacía por ahora, pero donde ella ve un montón de problemas yo solo veo un lienzo en blanco. Uno que me va a costar llenar de colores pero eso será preocupación de otro momento.

Peligroso para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora