Capítulo 29: Declaraciones

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Capítulo 29: Declaraciones Diciembre 24, 2020

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Capítulo 29: Declaraciones
Diciembre 24, 2020.
Katherine.

Durante el camino, Reese alumbra con una lámpara lamentable mientras me cuenta datos sobre la casa, yo solo me abrazo a mi misma por el horrible frío.

-En fin, yo amaba esa cabaña, tienes que ver el amanecer o el atardecer desde ella, es increíble.

Al llegar a la pequeña cabaña algunas luces ya la alumbran, la luz de la luna la atraviesa completamente así que Reese apaga la lámpara y abre la puerta.

Es un lugar precioso tal cual el lo describió, olía a madera y hojas de pino navideño, a limpio y todo estaba impoluto. No es una cabaña muy extensa, realmente solo tiene una habitación y un baño, desde la puerta puedo ver la cama con sábanas azules, a juego con los cuadros que adoraban el marrón de las paredes.

Me guía hasta la parte trasera de la cabaña, donde puede verse casi toda la extensión del lago, la luna se refleja completa y espectacularmente en el agua.

Reese envuelve sus brazos en mi cintura y aunque estoy enojada dejo que lo haga, al menos por unos segundos. Sus labios buscan la parte trasera de mi oreja y deja un beso frío y húmedo que me provoca escalofríos, así que me alejo.

-¿Que sucede? ¿Porqué estás enojada?

Suspiro.-No quiero hablar.

-Kate...

Trata de volver acercarse pero me aparto.-Quiero dormir, estoy cansada.

-¿Quieres dormir? Está bien, iba a preparar chocolate e íbamos a ver el lago, pero si eso quieres.-se encoje de hombros y de igual forma pone a hacer el chocolate.

-Reese...estás presionándome mucho. Dije que lo intentaría pero me manipulas para que de alguna forma siempre termine haciendo lo que tu quieres.

Su gesto parece genuinamente sorprendido, retrocede como si le hubiera dando un golpe y me observa, analizando si lo que digo es verdad.

-Mierda.-susurra al darse cuenta de que realmente estoy diciéndola.

-Estoy aprendiendo a caminar y tu me estás pidiendo que corra y salte de precipicios, Reese.-suspiro cansada.-Sé que solo quieres que pueda expresarme libremente pero no estás dándome oportunidad de decidir, y no quiero que las cosas sean así porque jamás he bajado mis defensas y no creo que a la fuerza sea la manera correcta.

Cierra los ojos y restriega sus manos a su rostro, como si de pronto se diera cuenta de lo que estuvo haciendo y estuviera avergonzado.

-Lo lamento, no había pensando en ello, de verdad.-se acerca y recoge las cosas que trajo en una pequeña bolsa y las pone dentro otra vez apresurado. Cuando termina me observa.-¿Vamos?

-¿A donde?

-A la casa.-toma la lámpara y abre la puerta, su voz suena contenida, enojado.

-No-inhalo tratando de calmarme para no gritarle.-no me refería a eso, no quiero ir, ya estamos aquí.

Peligroso para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora