Capítulo 10

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Sin duda, el mejor plan que se le ocurría a Jimin para un domingo soleado de verano no era pasar el día con sus padres. Los quería con locura, por supuesto, pero nadie podía culparle por preferir pasar el día con Namjoon jugando a la videoconsola con el aire acondicionado a temperaturas del Ártico, o beberse una cerveza fría en un bar al aire libre, o ir a la piscina. Sin embargo, solo hizo falta la insistencia de su padre y un poco de chantaje emocional de su madre diciéndole que hacía semanas que no le veían para que Jimin diese su brazo a torcer. Y ahí estaba, delante del bloque de apartamentos de sus padres, respirando hondo un par de veces para reunir las fuerzas necesarias para lidiar con ellos.

Sin embargo, estaba a punto de llamar al timbre cuando vio aparecer la cara de su madre al otro lado de la puerta de la entrada, vestida con un vestido de verano y una pamela con el diámetro de una rueda de camión.

—       ¿Mamá? ¿Pero no me habéis invitado a comer? —preguntó Jimin cuando su madre abrió la puerta, saludándola con un abrazo.

—       ¡Sí, sí, vamos a comer! Tu padre nos espera en el coche ya. Vamos, cariño— respondió su madre evasivamente, agarrándole del brazo para arrastrarle hacia el coche del padre de familia.

Tras el breve saludo de rigor a su padre y un poco de conversación sobre su semana, Jimin recordó la incógnita que le estaba rondando la cabeza y, sospechando de su madre y sus bienintencionados planes, decidió preguntar directamente.

—       ¿A dónde estamos yendo? ¿Es que habéis reservado mesa en algún restaurante?

—       No...vamos a ir a...otro sitio—respondió la señora Park.

—       Mamá... —dijo Jimin con desconfianza.

—       Es solo que...unos amigos nos han invitado a comer en su casa...ya verás...

—       Mamá—repitió Jimin, esta vez con la voz más firme.

—       Nuestros amigos tienen un hijo...es un par de años mayor que tú, muy buen chico...y soltero—murmuró la mujer.

—       ¡Mamá! —exclamó Jimin, esta vez como protesta.

Si algo tenían los señores Park, era esa cualidad casi inherente a las personas de mediana edad coreanas de querer emparejar a sus hijos lo antes posible, como si su vida no fuese a esta completa si estaban solteros. De hecho, años atrás, habían llevado bastante bien que su hijo fuese gay superada la sorpresa inicial, pasando de buscarle citas con chicas de piel blanca y fina, a tratar de presentarle a ejecutivos altos de mandíbula ancha y modales refinados. Y por supuesto, siempre en forma de trampa, siempre en contra de los deseos de Jimin, y siempre terminando en incomodidad y una fría despedida unas horas después.

—       ¿En serio? ¿Otra vez? ¿Cuántas veces os he dicho que no estoy buscando novio?

—       ¡Pues por eso! Si no lo buscas tú, tendremos que hacerlo nosotros. ¿O vas a estar soltero el resto de tu vida?

—       Me gustaría al menos estar soltero hasta que yo lo decida, sería un detallazo—murmuró Jimin.

—       ¿Y cuándo va a ser eso, eh? Si no haces más que trabajar y pasar tu tiempo libre encerrado en casa o con tus amigos. ¡Y Taehyung ya se ha casado incluso!

Jimin se mordió el labio para evitar confesarle a su madre que en realidad Taehyung se había casado con un desconocido (aunque en realidad no fuese un desconocido para nada), y que él estuvo a punto de ser su marido en su lugar. Con un suspiro de rendición, Jimin miró por la ventana mientras veía pasar las farolas de la autopista. No era la primera vez que esto pasaba, y sabía que lo mejor era simplemente intentar hacer su día más llevadero. No podía ser peor que la vez en la que sus padres le presentaron a un chico y les pidió matrimonio a los 30 minutos de conocerle.

JK, marry me! [EN EMISION]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora