Capítulo 8

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Odette

Definitivamente, Elsa es mi heroína. Chris está total y perdidamente enamorado de ella. Y es normal, porque ella es perfecta. Espera, no, soy científica, no creo en la perfección, pero que me maten si ella no está malditamente cerca.

Hacía dos minutos que Elsa había ido al baño, y a su marido le quemaba el culo en el asiento. Sus ojos no hacían más que mirar hacia el lugar donde se encontraba el aseo de señoras, y tenía tal desesperación y tensión en su cara, que parecía que iba a salir disparado hacia allí en cualquier momento. Y eso es lo que hizo a los 2 minutos y medio. Pobre hombre, ni si quiera aguantó los 3 minutos. Bueno, si lo analizaba, podría pensar que era normal que estuviese preocupado, la pobre Elsa casi vomita en sus pantalones por culpa de sus gambas a la plancha. Sí, el olor era muy fuerte, delicioso para aquellos que adoramos el marisco, aunque si a ella no le gusta ese olor, tener el plato a su lado sería una tortura. Cuando el camarero le posó frente a Chris, Elsa contuvo una arcada, y salió disparada hacia el baño con una disculpa que salió ahogada de su boca. El pobre Chris, nada más darse cuenta de ello, pidió que le retirasen el plato. Antes de que pudiese ir a comprobar yo misma su estado, Chris voló hacia su mujer.

Chris

No era normal, aquella reacción no era normal en Elsa. Había comido marisco a la plancha muchas veces antes, con Elsa delante, y nunca había mostrado aquella reacción. Estaba seguro de que algo no estaba bien.

Abrí la puerta del servicio de señoras y asomé mi nariz dentro. Allí estaba mi mujer, con las manos apoyadas en el lavabo, y el rostro inclinado. Gotas caían de su cara, como si se la hubiese mojado repetidas veces. Y sus ojos, Dios, esos ojos me oprimían el estómago. Y ella me sonrió con todas las escasas fuerzas que podía tener.

- No hay nadie, puedes entrar.-

Dejé escapar un suspiro y me metí en el baño de señoras. La tomé entre mis brazos y la apreté con toda la delicadeza que pude, aunque no fue mucha, porque mi cuerpo quería estrujarla hasta convertirla en un tatuaje sobre mi piel.

- ¿Estás bien?.-

- Creo que he debido pillar uno de esos virus estomacales. Llevo un par de dias sintiéndome rara.-

- Te llevaré a que te vea un médico.-

- Pediré cita para el lunes.-

- De eso nada, te llevo ahora mismo.-

- No hace falta ser tan drástico, sólo he vomitado una vez.-

- Hazlo por el equipo, cariño.-

- ¿Qué tiene que ver mi vómito con el equipo?.-

- Es simple, tú vomitas, yo me preocupo. Si estoy preocupado no me concentro en el juego, y si no me concentro en el juego el equipo paga. Peores resultados, el entrenador se enfada, y descarga su mal humor con el equipo.-

- Ah, ahora entiendo. No quiero que el partido de mañana se estropee por mi culpa.-

- Si además de guapa y lista, tienes un gran corazón.-

- ¿Por eso te casaste conmigo?.-

- Me casé contigo porque no quiero a ningún moscón a tu alrededor. Me perteneces, y yo te pertenezco. Y con un anillo en el dedo, el resto de los hombres tendrá que buscarse otra mujer maravilla, porque esta me pertenece solo a mi.-

Los dedos de Chris acariciaban con delicadeza las caderas de Elsa, mientras los brazos de ella se enroscaban alrededor del cuello de su marido.

- Ummm, me he casado con un hombre posesivo.-

- Posesivo, y egoísta, sí, porque no pienso ni cederte ni compartirte. Estas tetas me pertenecen sólo a mi.-

- ¡ Eh, esa boca sucia!.-

- Será sucia, pero va a ser la única que va a estar encima, alrededor o dentro de ti.-

- ¿Y si tenemos un hijo?, tendría que amamantarlo.-

Chris inclinó la cabeza, para que sus frentes se tocaran. Después tomó aire y lo soltó rápido.

- Vale, pero es la única excepción que voy a admitir. Y será sólo un préstamo. Sí, puedo trabajar con eso. Se lo cederé durante el tiempo que dure la lactancia, pero... no las tendrá en exclusividad.-

- ¿Ah, no?.-

- Ni de coña. He oído suficiente sobre embarazos y tetas, y te juro que me muero por tener mi boca sobre las tuyas cuando eso llegue.-

- ¿Y qué exactamente has oído sobre embarazos y tetas?.-

- Pues que crecen, y los pezones se ponen duros y súper sensibles. ¡Joder!, si sigo hablando de esto, voy a trabar esa puerta y tomarte encima del lavabo. Pero no voy a hacerlo, no señor.-

- ¿Y por qué no.?-

Elsa apretó su pelvis contra Chris, notando al hacerlo la dureza que palpitó bajo su contacto.

- ¡Mierda!.-

Chris la soltó con rapidez, corrió a la puerta, la trabó, y volvió hacia su mujer, la alzó, la sentó al borde del lavabo, levantó sus ropas y volvió sus ojos hacia su rostro.

- Va a ser rápido y duro, pero cuando lleguemos a casa, te compensaré.-

- Dame todo lo que tienes, y ya hablaremos de las compensaciones más tarde.-

Y Chris se lo dio.

Una nueva cazadora 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora