Capítulo 31

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- Creo que lo estoy perdiendo.-

- ¿Cómo?.-

- Lo que oyes.-

- Explícame.-

- Evita acostarse conmigo.-

- ¿Te evita?.-

- No. Quedamos para comer, para ver una película, incluso un par de veces se ha quedado a dormir en mi cama, pero sin sexo.-

- Ummm, creo que puedo saber lo que pasa.-

- Sí, que no soy tan buena como decías que sería.-

- Créeme, pequeña, lo eres. Te he enseñado técnicas que atarían a cualquier hombre a tu cama, de por vida. No, lo que creo es que teme que lo estés utilizando sólo para eso.-

- ¿Dices que él piensa que es tan solo un semental?.-

- Bueno, básicamente él a usado sus relaciones así, hasta que tu cambiaste eso.-

- Piensa entonces que me he convertido en alguien como él.-

- Eso creo.-

- Entonces, ¿qué puedo hacer?. Decías que el sexo era el golpe definitivo para dejarle a mis pies.-

- Bueno, está claro que está intentando hacerte ver que vale para algo más que para satisfacer tu lívido. Bueno, creo que hemos dado todos los pasos correctos. Le hemos mostrado a una mujer hermosa, inteligente, independiente, ardiente...la verdad, solo nos queda demostrarle que él es al que escogerías para compartir el resto de tu vida.-

- En definitiva, abrirle mi corazón.-

- En teoría, sí.-

- ¿Cómo que en teoría?.-

- Bueno, tendrías que dejarle bien claro que es a él a quién has escogido, aunque no que lo habías hecho antes de que se diera cuenta de tu existencia.-

- Ah, dices lo de no descubrir que en realidad he ido a cazarlo.-

- Exactamente.-

- Si, si le digo que ha caído en mi trampa, no creo que le guste demasiado.-

- Son hombres, tienen su orgullo. Les gusta creer que han sido ellos los que han cazado a la pieza. Aunque, ¿Quién dice que no somos nosotras las que fingimos ser cazadas?.-

- Sí, en este caso es así.-

- Bien. Pues, entonces, tenemos que hacer que te pida matrimonio.-

¿Uno puede atragantarse con aire?, la respuesta es sí. Casi expulso un pulmón al tratar de devolver a mi cuerpo la respiración normal.

- ¿Qué?.-

- Ese es el objetivo, ¿no?.-

- S - Si, creo.-

- Bueno, pues entonces, hagamos que se tire a la piscina. Si lo hace ahora, cuando no está protegido por un buen flotador, querrá decir que está más decidido a conseguirte de lo que tiene miedo a perderte.-

- Suena... raro.-

- Cuando el riesgo al fracaso es mayor, el triunfo sabe mejor.-

- Ah. Te lo juro, me das miedo. -

- Ja, ja. Menos mal que juego en tu equipo entonces, ¿verdad?.-

- Gracias a dios que es así. En la vida querría estar en el otro lado.-

- Bueno, yo planifico la estrategia, te doy las armas, te he enseñado a luchar. Pero la que va a la batalla, eres tu.-

- Es bueno tener algo de mérito en todo esto.-

- Piensa en una competición, pequeña. El entrenador te adiestra, pero es el discípulo el que se lleva el mérito y las medallas.-

- Bueno, en ese caso. Brindemos. Por el premio.-

- Por el premio.-

Donovan

Todavía estaba confundido. Hacía ya diez minutos que había colgado el teléfono, y aún no entendía el porqué de aquella petición. ¿A bailar?. Odi quería que la llevara a bailar. A un sitio público, donde todos podrían vernos juntos, donde podría tocarla y besarla delante de todos, mostrando que estamos juntos. Y esta vez, ella era la que me proponía eso. No quería que nos escondiéramos en su casa, no quería asaltarme en mi despacho y darme una sonrisa tonta para el resto del día. No quería usarme y devolverme a la caja después. No, ella quería exhibirse a mi lado. Cena y baile, había dicho. Sopesé mis opciones, y supe donde tenía que llevarla. Esa noche sería mía. Odi iba a vivir la noche más romántica de su vida. Levanté el auricular y marqué el número.

- ¿Franccesco?, soy Van.-

- ¿Cómo está mi Casanova predilecto?.-

- Intentando conseguir una mesa para esta noche, ¿tienes algo libre?.-

- Te haré un hueco. ¿Algo discreto, como siempre?.-

- No, Franccesco. Esta vez lo que importa es que ella se sienta como una reina.-

- Ummm, tiene que ser impresionante la bambina. -

- Ella es única.-

- Ah, fratello, ya me has metido el gusanillo dentro. Me muero por conocerla.-

- Lo harás, Franccesco. Pero, una cosa... mantén a los chicos lejos. Ella es mía.-

- Son italianos, Van. No puedes impedir que flirteemos con las bellas siñorinas.-

- Ya, pues hacerlo con las demás. Esta tiene dueño.-





Una nueva cazadora 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora