Epílogo

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Donovan

¿Nervioso?, como un sismógrafo registrando un terremoto de 9 sobre la escala de Richter. Pero iba a hacerlo, demonios que sí. Había llevado las cosas de Odi a mi apartamento, había cedido medio armario para su ropa, había acomodado sus codas en el baño, la tenía bien sujeta a mi lado cada noche, pero sentía que me faltaba algo. Algo pequeño y a la vez grande, pero algo que no sabía que era, hasta que la vi sentada en aquel restaurante con su amiga Elsa.

Tenía que haber sido solo un día en la playa, pero fue algo más. Localicé a Odi en la terraza abierta, con vistas al mar. Ella y su amiga estaban bebiendo algo con mucho hielo, nada de alcohol, supuse, porque Elsa tenía esa pequeña tripita redonda que se acariciaba inconscientemente, y que me decía que estaba bastante embarazada.

- Hola.-

- Llegaste a tiempo.-

Me incliné sobre Odi, y besé los frescos labios con sabor a té helado. Sí, hay que ver la cantidad de información que se puede conseguir de un beso tan breve. Pero yo era así, tenía que absorber todo lo que podía de ella.

- Pensé que ya habríais terminado de comer.-

- No. Aquí, el tardón de su marido tampoco ha llegado.-

- Como tarde mucho más, voy a empezar a lanzarme sobre el centro de flores, y seguir después sobre el mantel.-

- ¿Mi mujer tiene tanta hambre?.-

Un hombre que reconocí enseguida se inclinó sobre Elsa, y la besó con delicadeza en los labios.

- No, tu mujer está bien, es tu hijo el que tiene hambre, y mucha.-

- Entonces habrá de dar de comer a ese tigre. Oh, lo siento, soy Chris.-

El jugador de rugby tendió su mano hacia mí y le correspondí el saludo. Su apretón era firme y enérgico, como tenía que ser en un hombre construido como él, todo fibra y músculo, acostumbrado a patear tipos duros por un balón.

- Donovan.-

- Bueno, ¿y qué es lo que quiere comer mi pequeña fiera enjaulada?.-

Todos reímos. Chris levantó la mano para llamar la atención del camarero, y pasamos a dar nuestro pedido. Pero a mí hubo algo que me llamó poderosamente la atención, y era la cara de total y absoluta felicidad de Chris, mientras acariciaba la redonda superficie que protegía con mimo su mujer. Aquel hombre se sentía... completo, como si todo lo que necesitara para vivir, fueran su esposa y su pequeño retoño. Y yo descubrí que quería eso, una familia, algo mío, una parte de mi creciendo dentro de Odi.

Así que allí estaba yo, parado en la puerta del laboratorio de pruebas, mirando por la pared cristalera a una Odi en bata blanca, inclinada sobre un microscopio, mientras los salidos de sus subalternos oscilaban su atención entre su culo y las muestras. Me moría de ganas de entrar allí, y estampar el puño en la cara de Sanders, para borrarle esa estúpida sonrisa de la cara. Odi era mía, y tenía que dejarle bien claro que ella no estaba disponible.

Acaricié el terciopelo de la pequeña caja en mi bolsillo, recordándome el porqué estaba allí. Iba a hacerlo, iba a dar el paso que nunca pensé que daría, o no al menos tan pronto, y mucho menos con aquella sensación de inseguridad atenazando mis pelotas. Ella no iba a decir que no, me repetía una y otra vez. Ella no me dejaría hacer el ridículo de esa manera, ella era más comedida, tímida, salvo aquella vez que le cantó las cuarenta a Gloria delante de todos, o cuando se puso aquel conjunto de lencería y... ¡oh, mierda!, lo estaba empeorando. Ahora estaba convencido de que ella podía rechazarme delante de todos esos tipos. Pero no tenía alternativa. Sí, podía esperar a que regresara a su despacho, y declararme en privado. Pero no hubo alguien que dijo: "el mundo les pertenece a los osados". Pues eso, tenía que atrapar ese mundo, y si me pateaba el culo en el intento, al menos les quedaría claro a todos ellos que si se ponían en mi camino, yo patearía el suyo.

Así que, tomé una respiración profunda, y golpeé el cristal con los nudillos. Alguien tocó el hombro de Odi para señalarle, y ella giró su rostro hacia mí. Verla sonreírme fue todo lo que necesité para llenarme de confianza. Sí, iba a salir bien.

Caminó hacia mí, y cerró la puerta al llegar a mi lado.

- Donovan, todavía es pronto para salir, son solo las 3 de la tarde.-

- No podía esperar.-

Avanzó hacia mi cuerpo y extendió sus brazos para envolverlos en mi cuello. Mis manos agarraron sus caderas por instinto, pegándola a mí. Ella me besó con dulzura, un piquito rápido, y mi frente se apoyó en la suya, reteniéndola un poco más.

- Yo... ¡mierda!, tenía un discurso precioso preparado para esto, pero me he quedado en blanco.-

- Vaya, me halaga ser la que ha conseguido robar las palabras al gran orador.-

Antes de estropearlo más, me puse sobre mi rodilla, al tiempo que sacaba la pequeña cajita de terciopelo de mi bolsillo. Fijé mi mirada sobre sus ojos, estudiando su expresión con atención. Abría la tapa y aguanté la respiración. Esperando... ¡oh, espera!, no había hecho la pregunta.

- Odette Sands,¿ harías el honor de casarte conmigo, dar paz a mi salud mental y librarme lo antes posible de este ridículo tan espantoso, que voluntariamente me he impuesto para ablandar tu corazón y conseguir un sí?.-

Los siguientes minutos que ella permaneció quieta y en silencio, fueron eternos. ¿O fueron sólo unos segundos?.

- Oh, yo...no esperaba.-

- Sí, lo sé, demasiado rápido. Pero...-

- Sí.-

- ¡Qué!.-

- Sí.-

- Bien, sí.-

- ¿Quieres dejar de dar saltitos y besarme de una vez?.-

Genial, el momento perfecto, y yo celebrándolo como el punto decisivo del partido. Pero lo primero era lo primero, y no era besarla. Saqué el anillo de la caja, y lo coloqué en su dedo. Me costó un poco, porque temblaba como un chihuahua, pero después de lograrlo, la besé con todo lo que tenía dentro.

Odi

- Bonito anillo.-

Miré por centésima vez la fila de diamantes incrustadas entre las dos bandas de platino.

- Lo es.-

- Bueno. Entonces creo, que mi trabajo aquí ha terminado.-

- El trabajo sí, la amistad espero que no.-

- Ja, ja. Eso nunca. Me gusta el pequeño club que hemos formado.-

- A mí también.-

Adelanto Una nueva cazadora 4

¿Qué ocurre cuando una presa se convierte en cazador?.

Ion lleva los dos últimos años enamorado de una mujer, que ni siquiera recuerda su nombre. Ion es el ingeniero jefe de la revisión de los aviones de una compañía aérea. Casandra es la hija de uno de los directivos ejecutivos de la empresa. Se han visto incontables veces, en fiestas, en la oficina, cuando ella va a visitar a su papá... Estuart Larking confía en él, lo aprecia y valora, y estaría más que encantado de que su volátil hija sentara la cabeza con un hombre como Ion. Pero ella pasa sobre él como una brisa de otoño, sin darse cuenta de que está allí.

Ver a su hermano deprimido por una chica, hace que los instintos protectores de Odi se activen. Así que decide intervenir. Si ella pudo conseguir a Donovan, Ion podrá atrapar a Casandra. Lo difícil será adiestrarlo, sin que sepa que lo está convirtiendo en un cazador. Porque uno no enseña a un león a cazar personas.



Una nueva cazadora 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora