Ocean: Price (SAGA COD #4)

Capítulo 2 "Ojos gitanos"

Narra Price...

Observaba con detalle a la mujer bailando en el medio del almacén que había sido acomodado como una sala de reuniones, me deleitaba el movimiento que hacía con sus manos, girándolas en el aire, movía sus caderas lentamente, notaba su mirada sobre mí, segura y con cierta altivez.

Su voz, los melismas que hacía, ella hacía parecerlo fácil, la piel se me erizaba al escucharla cantar con tanto sentimiento, no podía dejar de verla.

La forma en la que tocaba, nunca le había prestado atención a este tipo de música hasta ahora, y me doy cuenta que me mueve algo dentro del pecho, o no sé si es solo ella que le imprime tanta pasión a lo que hace.

Al terminar aplaudimos, mis mejillas se encontraban tibias, sonreía al verla, sentía un pequeño vacío en la boca del estómago al darme cuenta que la función se había terminado.

— ¿Qué tal te pareció? — me interrogaba Xavi apoyándose de mi hombro.

— Encantador, me alegra saber que veremos esto todas las noches.

— Que bueno que me dijiste algo positivo, porque de lo contrario te lanzaría al Océano. — Xavi se retiraba luego de amenazarme con una sonrisa en la cara.

— ¿Dejarás que te hable así? — cuestionaba Ghost en mi oído.

— Cada quien tiene su carácter, yo también tengo el mío.

— Sólo es un anciano, dice puros disparates. — refutaba Soap.

— Tranquilos, perro que ladra no muerde, no le den el gusto de que los vean molestos por sus comentarios.

— Espero que no se dirija a mi en lo absoluto. — añadía Ghost.

— No creo que lo haga. — comentaba Silvia.

Me levanté del asiento, poco a poco el personal de Xavi se fue del almacén, solo quedaba Zaira sentada en una silla haciendole algo a su guitarra.

— Bien muchachos, vayan a descansar, mañana tendremos muchas cosas que hacer. — ordené.

— Buenas noches Coronel. — Silvia se despedía.

— Hasta mañana Señor. — Soap se despedía.

Gaz dió unas palmadas sobre mi hombro y se fue, Ghost hizo un gesto a lo lejos, y al final me quedé a solas con la mujer de la guitarra.

Me acerqué a ella, su cabello castaño espeso cae con suavidad sobre sus hombros, su piel es muy blanca, aunque quemada un poco por el sol, lo suficiente como para que sea visible el bronceado que deja la marca de las tiras del traje de baño sobre sus hombros desnudos con pecas, su rostro también está adornado de ellas.

— ¿Puedo sentarme? — interrogué viéndola con una sonrisa mientras sujetaba el espaldar de una de las sillas cercana a ella.

— Claro, ¿quiere acompañarme?

Entonces la vi de cerca, sus ojos cafés almendrados, nariz pequeña y recta, mandíbula definida.

— Parece que algo de compañía no estará de más por aquí. — concluí mientras me sentaba junto a ella.

— La compañía nunca viene mal.

Su acento cambia completamente cuando habla inglés, desaparece por completo y suena como una nativa más, debe saber mi idioma desde muy joven, estoy seguro.

Me llamó la atención que ella se acercó a una mesa junto a mí, coloco una botella de pegamento sobre la mesa, una tijera, recortes de papel y esmalte de uñas, fruncí el ceño, estoy intrigado.