Narra Zaira...
Las semanas han transcurrido en un tormento para mí, ahora deben extraer sangre de mis piernas o directamente de mi via en la yugular para los estudios hematológicos de seguimiento porque ya no tengo venas en los brazos.
De vez en cuando me dejan descansar, bueno “descansar”, no puedo pegar un ojo por el malestar.
Ahora acostada, mover un dedo es como escalar una montaña para mí, esto no es lo que quería, pero ya estoy aquí, no tengo fuerzas para decir que terminen con mi sufrimiento.
Price está conmigo el máximo tiempo que puede permitirse, debe trabajar, y su trabajo es absorbente, lo entiendo.
Generalmente solo le da tiempo de estar conmigo en las madrugadas, cuando se supone que él debe dormir porque a la mañana siguiente debe ir a trabajar.
— John, debes dormir. — reuní fuerzas para pronunciar aún con la voz quebrada, las cuerdas vocales las tengo destrozadas.
— Estoy bien, estoy bien, dormí en la oficina.
Price ahogaba los bostezos, se acomodaba en el sillón al lado de la cama clínica y se limpiaba la cara con las manos.
Price cada vez llega más cansada, y más tarde y no comprendo por qué, ¿ya me estará engañando con alguien más?, es lo que hacen los hombres cuando sus parejas se enferman o quedan indispuestas, buscan a alguien más que si pueda estar disponible, que esté sana...
— ¿Cómo te fué en el trabajo? — interrogué, no puedo hacerme esas ideas, me hacen mal, debo relajarme, es él quien está aquí para mí.
— Papeleo, patrullaje, entrenamientos, nada... — Price bostezó. — nada extraordinario.
Price tomó su teléfono y lo colocó a un lado de mi mesilla, reprodujo canciones que nos gustan a ambos en un volumen bajo.
Me concentraba en las melodías para no sentir dolor, y más que dolor, estoy agotada, pero es esto o que la morfina me tumbe por días en un sueño abrumador.
— Odio que no dejen entrar a nadie, que no dejen que traiga mis cosas. — murmuré exhausta, a duras penas y soy capaz de escuchar mi propia voz.
— Los médicos hacen todo por tu bien, nada puede entrar que pueda contaminar la habitación o que te pueda estresar.
Suspiré, no soporto estar aquí, en la misma situación que mis padres, y teniendo experiencia como expectadora, debía hablar con Price.
— John...
— ¿Sí a amor?
— Sé que estar por aquí es descompensante, ver a tantas personas morir de esta forma, sé que cuando estás allí afuera te das cuenta de eso, no dejes que eso te abrume.
Price se acercaba a mi y acariciaba mi mano.
— Lo sé, lo sé, no te preocupes, estoy acostumbrado a ver personas morir. — Price sonreía con tristeza.
— Sé que lo dices precisamente para que no me preocupe, pero sé John, que es diferente, aquí se supone que se trata de personas que no deberían morir.
Price agachaba la cabeza evitando el contacto visual conmigo.
— Si sientes que esto te abruma, ve a casa a descansar. — intentaba convencerlo.
— No, no se ninguna manera voy a dejarte sola aquí.
— Estaré bien, a veces ni siquiera tengo fuerza para abrir los ojos.
— No puedo hacer lo que me pides Zaira.
Suspiré, adelgazar tan rápido en tan poco tiempo me ha caído muy mal, cada vez me cuesta más respirar.
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Ocean: Price (SAGA COD #4)
FanfictionEl océano es vida y destrucción, temido y amado al mismo tiempo, reuniendo en sus olas todos los anhelos de quien se sumerge en el mar y lo admira, el océano es uno solo, el mismo en las costas de Málaga o en la fría arena de Mánchester. ¿Qué tiene...