Capítulo 21 "Océano Mancuniano"

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Al día siguiente nos arreglamos temprano para visitar a Luciana, subí al asiento del copiloto del auto de Price, nos encontrábamos listos para irnos.

— Debería pasar por algún sitio a llevarle algo a Nora, ¿no crees? — me interrogaba Price viéndome con dudas en su mirada.

— Creo que también deberíamos llevarle algo a Luciana, siempre se piensa en el bebé, pero la madre también es importante, ¿qué crees que le guste?

— Ahm. — él frunció el ceño, está pensando. — hay unas cosas que come ella y su hermana, son como macarons pero más arenosos. — Price hacia gestos con las manos haciéndome una demostración visual de la textura del alimento del que habla.

— ¿Que son rellenos de dulce de leche? — interrogué.

— ¿Dulce de leche?, sí, creo que sí.

— Ah, alfajores. — concluí.

— Exacto, sí.

— Creo que será complicado conseguir por aquí.

— Hay una tienda en donde venden cosas importadas, ahí ella y su hermana se abastecen de algunas cosas cada tanto. — informaba Price.

— Tal vez ahí podamos conseguir un buen aceite de oliva. — mencioné.

— ¿Qué piensas hacer con aceite de oliva? — interrogaba Price.

— Un filet mignon, que vas a amarme cuando lo pruebes. — bromeé.

— ¿Más?

Price me sonreía, parecía que me preguntaba en serio, eso me hizo sonrojar, yo asentí tímidamente.

Luego de ir a la tienda, en dónde hicimos algunas compras como el aceite de oliva, alfajores y un libro de cuentos infantiles clásicos, retornamos al vehículo para de una vez por todas llegar a dónde debíamos ir.

Una casa preciosa de 3 plantas, la más lejana en un complejo residencial, ventanas enmarcadas y una puerta blanca en el medio subiendo unas pequeñas escaleras de terracota.

Con los obsequios en las manos, llamamos a la puerta un par de veces, nadie salía, decidimos esperar.

Cruzamos miradas cuando escuchamos del otro lado de la puerta pisadas, pero pisadas pequeñas, y cosas en el piso, cosas plásticas, deben ser los juguetes de los niños.

— Cuanto ruido, ¿no? — mencioné en voz baja con una sonrisa y viendo a Price.

— Cuando llega un niño a una casa, el silencio se va para siempre. — complementaba.

Entonces sonó la puerta, deben estar girando el picaporte, retrocedí un poco para dar espacio.

Entonces ví a quien nos recibía, con pantaloncillos kaki, una sudadera con un sistema solar, cabellos plateados adornando su cabeza, desprovisto de los dientes frontales, una miradita pícara y afiladisima de ojos azules y muy sonriente.

Otro detalle, pintura rosa muy brillante y fresca manchaba la piel, ropa y cabello rubio del niño sonriente.

— ¡Hola! — nos saludaba en español felizmente, tan feliz que sus mejillas se habían enrojecido.

— Pero mirad quien está aquí. — saludé entre risas mientras me inclinaba para acariciar su cabello.

— Leon, ¿cómo estás campeón? — Price saludaba, el niño de inmediato se lanzó a sus brazos y saltó, Price lo abrazó con fuerza.

Entonces el padre de los niños, una muralla de fácilmente dos metros o un poco más, se aproximaba a la puerta, traía una máscara, la misma máscara que usaba cuando llegaron él y su esposa en helicóptero a la plataforma aquella noche en la que Price y yo caímos al mar.

Ocean: Price (SAGA COD #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora