Ocean: Price (SAGA COD #4)

Capítulo 24 "Síndrome de abstinencia"

Narra Price...

— Si se terminó el cemento entonces vayan y traigan más. — pronunciaba de forma obvia. — ¿dónde están los muchachos que se contrataron para el techo?

Llevaba sobre mi hombro un tablón de madera entre los obreros hasta el lugar en dónde debía ser instalada, debía tener cuidado con el suelo que se ha vuelto resbaladizo por la lluvia.

— Aún falta mucho para el techo señor, somos pocas manos, hacemos lo que podemos. — me respondía Ahmed, el jefe de obra.

— Lo sé, por eso contraté a 3 más y estoy yo mismo aquí, mientras más gente trabaje más temprano terminaremos. — soltaba jadeando.

— ¿Está seguro que va a querer seguir trabajando en las columnas de noche?

— Sí, sí, lo haré yo mismo.

— ¡Hey!, ¡hey!, ¡Quiten esas vigas de ahí!, ¡el salitre las arruinará si eso pasa se los descontaré del pago! — Ahmed caminaba molesto hacia el grupo de obreros que se encargaban de las vigas.

Ver a Leon construirle con sus propias manos una casa a su hermana, me dió ideas, me dió está idea, una casa construida con mis propias manos a la orilla del mar en Gorleston, para Zaira.

— Eh Price, póngase bien ese gorro que asusta a los muchachos con esa calva. — bromeaba Ahmed pasándome por un lado extendiendo los planos del terreno en sus manos.

Acomodé mi gorro cubriendo mi cabeza, y seguí en lo mío, las gotas de lluvia me entran en los ojos con fuerza gracias a la brisa enrabiada.

Los muchachos trabajan con martillos, sierras eléctricas, taladros, es como estar en la línea frontal de un conflicto bélico por todo el escándalo, o solo soy yo que estoy demasiado familiarizado con esas cosas y veo la guerra en todo.

La hora se estaba acercando y debía irme al hospital.

— Ahmed, te dejo entonces a cargo, cualquier inconveniente solucionalo lo mejor que puedas. — me despedía palpando su hombro.

— Ve, ve, ya tu mujer debe estarte esperando.

“Mi mujer”, de facto lo es, es cierto, está a mi cargo, y no quiero llegar tarde a verla.

Mi teléfono ahora más que nunca, está petado de notificaciones de mensajes, llamadas, correos, de los laboratorios, los doctores, las enfermeras, mi trabajo, Laswell... Es demasiado para manejar yo solo, pero estoy solo en esto.

Mientras conducía hacia el hospital, me entró una llamada, respondí en automático sin verificar de quién se trataba.

— Hola. — saludé.

— Señor, es Soap, quería decirle que queremos acompañarlo un rato, aunque sea un momento esta noche.

— Ah, hola hijo, disculpa, no estoy entendiendo, ¿queremos?

— Sí, Luciana nos comentó que usted suele llegar por las noches en días de semana, y bueno, todos, Riley, Gaz, Luciana, queremos acercarnos aunque sea un momento.

Al parecer es mentira que me encuentro solo en esto...

— Es un poco de imprevisto esto, pero, de acuerdo, está bien, los veré allá entonces, ya estoy por llegar.

— Ya nosotros estamos aquí en la entrada.

— Bien.

(...)

Caminé por los pasillos del hospital, sonreí cuando mi a mis muchachos reunidos cerca de una de las puertas, Soap fue el primero en acercarse a abrazarme.