Capitulo 1 - Festival Milenario (2.0)

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- Crono... Despierta... Buenos días, Crono.... Es hora de despertar....

- Uh?

- Vamos, despierta dormilón.

Una gentil y cálida voz intentaba arrancarme de los brazos de Morfeo. Sus pasos hicieron eco en el interior de la habitación hasta llegar a la ventana, extendiendo las cortinas y dejando entrar un rayo de luz que ilumino cada rincón de mi habitación.

- Que hermosa melodía está creando la Campana de Leene esta mañana. - Dijo ella abriendo la ventana.

La brisa marina comenzó a refrescar el interior de la habitación, y el coro de las aves no se hizo esperar para reemplazar el silencio en la que estaba sumido hasta hace poco. Sus energéticos cantos eran acompañados por las sirenas de los barcos que, desde muy temprano, se encontraban transitando la bahía. Sin embargo, aquella orquesta era superada por la música del festival que inundaba la atmósfera del pueblo con alegría y emoción. Podía ver reflejado en la sonrisa de mi madre un atisbo de nostalgia al oír esas campanadas. Giro sobre sus pies y se acercó a mi cama mientras tarareaba la misma melodía que provenía del festival.

- ¡Hum! Veo que estuviste muy entusiasmado por el Festival Milenario que no lograste dormir bien, ¿no es así? – Dijo mi madre entre risas. - Te lo dije, ¿no? Vamos, ¡levántate de una vez!

- Mmm... 5... Minutos... mas... – Logre decir con pereza.

- Y ni un segundo más. El pan estará listo dentro de poco. - Dijo revolviéndome el cabello.

- Mmm... Pan... Pan... Pan... - Dije saboreando cada palabra.

Gruñí con pereza al sentir el delicioso aroma que provenía del horno. Retiré las cálidas sabanas que suplicaban que me quedara y me senté en la orilla de la cama contemplando como los rayos del sol invadían mi habitación e iluminaban mis pies. Un leve maullido llama mi atención. Un pequeño gato de pelaje marrón se acerca para darme los buenos días, el cual, con mucho cariño, lo tomo entre mis brazos y comienzo a acariciarlo mientras este me ronronea. Podía escuchar a mi madre tarareando de nuevo esa melodía con más emoción desde la cocina. La música del festival se volvió más fuerte y las explosiones de fuegos artificiales convirtieron mi somnolencia en emoción. Dejo al gato sobre las sábanas y salto de la cama. Me visto con las ropas que mi madre, previendo que me tomaría mucho tiempo en encontrar algo decente que ponerme, me había preparado el día anterior. Recojo mi espada de madera, la cual estaba reposando en una pila de partes abolladas de armadura y muñecos de practica rotos y desgastados, y la sujeto a la correa que rodeaba mi cintura. Ya con todo lo que necesitaba de mi habitación, bajo las escaleras con prisa hasta la cocina. Mi madre dejaba el pan recién horneado sobre la mesa para que se enfriara. En la pequeña sala de nuestro hogar se encontraba dispersas todas las herramientas que mi madre utilizaba para su trabajo como costurera. Me acerco a uno de los espejos para asegurarme de que todo se encuentre en su lugar.

En ese espejo, se veía la figura de un joven que pronto alcanzaría la mayoría de edad. Sus ojos grises se entrecerraban en una expresión desafiante que a menudo era malinterpretada por las personas. Un gesto que realizaba a menudo cuando se sentía tenso o emocionado. Esto lo llevó a pelear con desconocidos en más de una ocasión. Su cabello rojizo era un desastre, era largo y con mechones rebeldes, que mantenía a raya usando una cinta blanca alrededor de su frente.

Me dirijo hacia la mesa e intento agarrar uno de los panes de mi madre, pero ella aparta la bandeja de la mesa con rapidez.

- Alto ahí. –Me detuvo mi Madre.

- ¿Que? – Dije sorprendido.

- No se te olvida algo? -Dijo arqueando una ceja.

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