Capítulo 17 "Ansias de Libertad"

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Un susurro proveniente de entre la oscuridad que me rodea, dueño de un lejano recuerdo que día tras días llega a mí.

-Todo estará bien, Crono...

La voz de mi padre invadió mi mente y me obligo a salir de aquella oscuridad.

Desperté abruptamente, desorientado, confuso y adolorido, en un lugar pobremente iluminado por algunas antorchas, tirado en el frio suelo.

-Miren quien despertó.... -Una voz fría me recibe al momento despertar.

Observe a mi alrededor, muros de piedra ennegrecida por quien sabe que, una cama de madera colgada con cadenas y algunos grilletes en una esquina, de los cuales aún estaba amarrado un hueso. Una enorme reja de hierro sellaba la entrada de ese lugar, iluminado simplemente por dos antorchas colocadas en la entrada.

Los observo por unos instantes sin responderles.

-Ya estas despierto?

Asentí mientras me ponía en pie.

-Te veo muy tranquilo... ¿Reconoces este lugar? -Dijo con tono de burla.

Volví a asentir. ¿Y quién no lo haría?

Me encontraba en lo más recóndito de las mazmorras del castillo, en una cárcel para graves criminales. Un lugar en donde incluso el asesino más cruel teme ser encerrado. Frente a los barrotes de la celda se encontraba dos guardias, uno de ellos me observaba con expresiones agrias, como si hubiese tragado algo por error, el cual no tardo en tratarme como basura al verme despierto. El otro sujeto se tomaba la libertad de ignorar, no solo a mí, sino al comportamiento de su compañero.

Me senté en la fría cama y me enfrentó ante los únicos, aparte de mí, que se encontraban en este sombrío lugar.

-Ponte cómodo y quédate quieto hasta que vengan por ti. Ahórranos las molestias.

Me rio y el sujeto golpeó los barrotes de la celda. Al parecer ese tipo carecía de auto-control.

-Justo ahora podría acabar contigo.

-Lo dudo...-Volví a reír.

- Muy valiente, ¿eh? Ríete todo lo que quieras, muy pronto conocerás tu fin.

Me limite a observarlo seriamente por un par de segundos. Al parecer mi falta de respuesta fue traducida como un acto de rebeldía para ese tipo.

-Vaya teatrito el que te montaste en el juzgado. -Dijo en un intento de burlarse de mí.

-No me podría importar menos sobre eso -dije, haciendo que sacara su espada.

Luego trató de levantar las rejas de la cárcel, pero su compañero le negó el acceso a la palanca que las abría, lanzándome una mirada amenazadora para que dejara de provocarlo.

-Escucha, aquí la única razón por la cual no dejo que acabe contigo, es porque tienes una condena que debes de cumplir dentro de unos días. Intenta no acortar ese tiempo. -Dijo el guardia que resguardaba la palanca que abría las rejas.

-¡Ya oíste, maldito criminal!! -Dijo golpeando los barrotes de la celda.

No respondí a su última provocación y opté por mantenerme callado. Intentar hablar con ellos solo era una pérdida de tiempo, ante sus ojos yo solo soy un criminal más que debe de cumplir con una condena, esa fue la decisión tomada y llevada a cabo solo por la voluntad del canciller. Para estos tipos decirles que soy inocente y que mi condena es otra, es equivalente a un acto patético de desesperación, el cual asumo ya han visto en muchos otros antes que yo. Eso era algo que había entendido desde ya hace mucho tiempo.

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