17. El destino acompaña a aquellos que saben escucharlo

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Cueva de los Espectros, 800 aps (Escala de presión abisal)

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Cueva de los Espectros, 800 aps (Escala de presión abisal)

Ver la inocencia de Gwyn en la cara del Sacránimo, su dulce sonrisa plasmándose en la boca de la bestia, me devuelve a la realidad en la que vivimos desde hace siglos.

No somos libres.

Queríamos serlo, buscar tierras más allá del océano que asedia nuestra isla, pero aparecieron los Cuervos y trajeron un abismo a nuestro mundo. Su sed de conquista nos arrebató la libertad hace mucho tiempo. Lo he visto en el terror de las personas que han muerto en la muralla defendiendo el Reino de Mhyskard. En los llantos violentos de las familias de las víctimas. En el miedo instalándose en los ojos de nuestro pueblo cada vez que elevaban la vista hacia lo alto de la muralla. En la sangre de Orna empapando mis manos antes de que un Cantapenas la atrapase entre sus fauces.

Recuerdo el agonizante sonido del Cuerno recorriendo nuestras calles. Recuerdo el dolor. Recuerdo que me he formado como guerrera porque tengo un propósito mayor. Recuerdo la muerte y mi venganza. Recuerdo la promesa y siento el odio en mis propias carnes. No le temo a la muerte. Vivo para asesinar.

Para causarles dolor a aquellos que me lo causaron a mí.

Los Sacránimos nos están rodeando a medida que toman forma desde las sombras de las paredes. Aun así, no me lo pienso dos veces. No jugarán con mi dolor. No podrán atormentar un corazón que hace mucho que vive atormentado. Lanzo una daga a la cabeza del Sacránimo, apuntando al falso rostro de Gwyn, para revelarle mi posición mientras Dhonos saca a Vera de ahí y la carga hasta el centro de la galería. Desenfundo dos dagas de mis costados preparándome para enfrentarme a la bestia, que camina con torpeza a mi ubicación. Sin embargo, antes de que pueda alcanzarme, Dhonos se interpone.

—Al centro, con el resto —me ordena.

No vacila. No como los demás. Ahora entiendo que Nadine le suplicara que fuese él quien se quedase con nosotros. Debe de ser una persona tan desalmada como yo, capaz de decapitar a un Sacránimo pese a que podría haber simulado los rasgos faciales de cualquiera de nosotros. Por desgracia, son los de Gwyn los que hacen un gesto de agonía al desplomarse sobre la tierra de la cueva.

No solo asesinan a nuestros compañeros, sino que después nos obligan a imaginar que los estamos asesinando con nuestras propias manos. Puede que mi lucha no sea esta. No tengo el deber de proteger a esta gente, pero tampoco permitiré que el abismo siga cobrándose vidas inocentes. Sé que los culpables del asesinato de Orna derramarán su sangre algún día y no será en las fauces de ninguna de estas bestias despiadadas. Hasta ese día, lucharé hasta el final.

Mientras los otros Sacránimos se materializan en las tinieblas, Thago desenvaina su enorme espada y pega su espalda temblorosa a la mía. Los demás se han reunido en el centro, a nuestro lado, y Dhonos no tarda en posicionarse por delante de ellos para protegerlos de las paredes de esa zona. No podemos huir como marcan las directrices que enseñan en la Escuela de Cuervos y sabemos que atacar a esas sombras no sirve de nada. Rawen me lo contó. Lo único que conseguiríamos es que su magia oscura nos engulla antes de poder siquiera acercarnos lo suficiente con nuestras armas.

©Piel de Cuervo (PDC) ROMANTASYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora