Arcos Perdidos, 1080 aps (Escala de presión abisal)
Me paso la siguiente hora absorta en la conversación que he tenido con Thago, oyendo los lamentos de Mei porque su prima aún no ha vuelto y estudiando cada pequeño detalle de los movimientos erráticos de Dhonos mientras se pasea del salón al pasillo maldiciendo que todo está saliendo mal, que nuestro primer error fue esperar al amanecer para transitar la Cueva de los Espectros y que el segundo error que nos condenará al fracaso será este, esperar a que regresen Arvin y Kalya.
Mis compañeros se limitan a comerse su barrita diaria entre conversaciones distendidas que amenizan la pausa de la expedición. Nadie le hace caso, excepto yo, que ni siquiera me he comido la mitad de mi barrita porque estoy demasiado ocupada encajando las piezas en mi cabeza. Aún me faltan muchas para que la información que tengo me cuadre de alguna manera lógica.
Por más que lo observo, lo único que veo en él es una agresividad contenida que podría explotar en cualquier momento por uno de sus arrebatos de ira. Si tuviese sangre oscura y pudiese controlar la Magia Prohibida... ¿estaría tan inquieto? Tengo la sensación de que sería muy diferente. Dhonos, pese a tener la experiencia de haber bajado al abismo antes, parece esconder un terror profundo a algo que el resto desconoce. No me importan los rumores o los informes de la anterior expedición, me niego a descartar la idea de que alguien más lo ayudó a salir de aquí. Quizá me equivoque, pero quiero creer que hay algo que se me escapa, algo que no se contó o se ocultó a la gente de Khorvheim.
Nevan, por su parte, desde que volvió al salón ha estado en una esquina del habitáculo tan ausente como yo, contemplando por la ventana el movimiento de las Merogaviolas que sobrevuelan esta zona. No dejo de preguntarme cuál será su propósito. Por qué arriesgarse a envenenar a alguien de la Escuela de Cuervos para asegurar su plaza en la tropa.
A estas alturas, casi todos ellos me resultan sospechosos.
Le doy un gran bocado a la barrita, guardo el envoltorio de tela en el bolso de cuero que le quité a Gwyn y cuento cuántas le quedaban a ella. En total, tengo diecisiete barritas, más que cualquiera de los presentes, y es un detalle que no pienso revelarle a nadie porque, aunque no lo digan en voz alta, el número de barritas determina el número de días que podemos alimentarnos en el abismo. Es decir, el número de días que podemos permitirnos sobrevivir aquí dentro. Por suerte, más de uno de mis compañeros portan un bolso similar a este y solo Kowl sabe que el que llevo atado a la cadera le pertenecía a Gwyn.
Sin embargo, tengo que deshacerme de la mochila que cuelga en mi espalda bajo la capa para no levantar sospechas.
Me saco la libreta de la mochila con cautela, apunto los caminos que tomamos dentro de la cueva y el que nos trajo a los Arcos Perdidos, y me levanto del polvoriento suelo sacudiéndome los pantalones de cuero para que investigar esta vivienda sea la excusa perfecta para alejarme de ellos y buscar un lugar en el que sea seguro hacer el cambio de mis pertenencias al bolso.
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©Piel de Cuervo (PDC) ROMANTASY
Fantasy🖤PREMIO MEJOR HISTORIA EDITORIAL SUBMARINO🖤 Trece chicos y chicas están a punto de participar en una expedición rumbo a las profundidades malditas del Abismo. Solo hay un objetivo: cosechar la Flor de Umbra para el Príncipe Cuervo. O eso es lo que...