45. No hay Dios que habite las profundidades del Abismo

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Pantano del Dolor, 2821 aps (Escala de presión abisal)

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Pantano del Dolor, 2821 aps (Escala de presión abisal)

Un enjambre de murmullos constantes me arranca del sueño.

Tengo los sentidos embotados por el manto de presión abisal que me aplasta a esta profundidad del abismo, aunque puedo notar cómo la fría y pegajosa humedad se cuela por mi ropa y se adhiere a mi piel. La desorientación me hace parpadear repetidas veces hasta que consigo enfocar a mis compañeros, todos reunidos en una línea apretada al borde de la plataforma.

El amanecer declara el inicio de mi último día de vida.

Mi garganta emite un silbido al respirar fuerte porque el aire no llega a mis pulmones. Me esfuerzo por incorporarme con movimientos pesados y torpes, el suelo está mojado y resbaladizo bajo mis rodillas y el olor a vegetación en descomposición se mezcla con algo metálico.

—No entiendo por qué no se hunde —protesta Arvin—. Maldita sea.

Al encaminarme a la plataforma, Kowl se gira y me hace señas para que me aleje, pero eso solo logra que tenga más ganas de ver qué demonios están haciendo ahí todos. Cuando descubro de qué se trata, mis piernas flaquean. Me siento al borde, junto a Nadine, con la mirada clavada en el cadáver de Kirsi, que flota sobre el fango del pantano con la piel blanca y el estómago rojo, una mezcla del color de las Hojas de Bermellón humedecidas y de la sangre que le brota porque los gusanos han comenzado a devorarla.

No sé cuántos minutos paso en esta postura, pero vuelvo en mí cuando mis músculos entumecidos me piden a gritos que me mueva para entrar en calor y una violenta convulsión en mi estómago me obliga a vomitar entre mis piernas. El líquido casi transparente chapotea en el fango espeso.

—¿Se cayó ella? —alcanzo a pronunciar.

—Amaneció muerta. Arvin la ha lanzado porque no podemos cargar con más cuerpos, y aquí arriba... el hedor había empezado a ser insoportable —comenta Nadine, la única que queda al borde de la plataforma, tan perturbada por la escena como yo—. Me estoy volviendo loca, joder.

—¿Cómo tienes el brazo?

—Puesto en su sitio —bromea a duras penas, aunque enseguida se le tiñe el semblante de culpa—. Perdona, tengo un humor de mierda cuando estoy deprimida. Aún puedo mover el brazo, pero no lo siento.

Tiene el rostro pálido, los carrillos hundidos por el hambre y la devastación, y los surcos alrededor de los ojos irritados del llanto. Kirsi nunca me agradó. Su supuesta magia tampoco me gustaba, mucho menos después del descubrimiento de anoche. Sin embargo, esto es... demasiado.

—¿Quién la apuñaló? —me atrevo a preguntar.

—Ella misma —espeta. La mirada de Nadine se oscurece. Carraspea, sofocada, y entiendo que está luchando contra las arcadas—. Me contó que... Bueno, en esa familia los hermanos se relacionan entre ellos para asegurarse de que sus descendientes heredan el poder intacto. No tienen permitido que ese don se mezcle con otras líneas. Órdenes del Rey. Kirsi nunca quiso participar en ello, pero su hermano no estaba dispuesto a que ella... rompiera la tradición.

©Piel de Cuervo (PDC) ROMANTASYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora