48. El sabor amargo de encarnar el destino

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Cuna de Umbra, 13022 aps (Escala de presión abisal)

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Cuna de Umbra, 13022 aps (Escala de presión abisal)

En el fondo, nunca quise creer que Kowl fuera el Príncipe.

Al principio, me costaba encajar que fueran la misma persona. Más tarde, sabía que si sostenía esa posibilidad y las sospechas aumentaban en mi cabeza, sería incapaz de acercarme tanto a él, confiar y apoyarme en su presencia dentro del abismo. La intensa atracción que nos unía sería una mancha en mi vida, si es que yo lograba sobrevivir.

Los labios me queman al recordar nuestro beso.

He sobrevivido el tiempo suficiente para saber qué es lo que nos diferencia de los Cuervos. Nosotros, los guerreros, arrebatamos vidas; ellos nos arrebatan el deseo de vivir. Puedo sentir la conexión cuando miro a Kowl a los ojos, ese hilo invisible que le cuenta cosas de mí, que antes me extendía una oleada cálida en el pecho, y me pregunto si es capaz de sentir el vacío que me llena ahora.

La atrocidad del abismo no es sino un reflejo de la esencia de sus creadores.

El hielo se desliza por las ramas y gotea tras mi espalda. Empuño una daga en la mano izquierda y reprimo una mueca de dolor al flexionar el brazo para desenvainar otra daga con la mano derecha. Aunque la herida de Mei está ahí, empiezo a acostumbrarme a su dolor porque es mejor centrarme en eso que en el dolor de mis emociones. Adopto mi postura de guerrera y Kowl roza la empuñadura de su espada.

—Me he estado preguntando por qué habías sobrevivido a la presión abisal de aquel lago, el nido de la Reptícola —comenta con la parsimonia de alguien ajeno a cualquier tipo de temor—. Como sospechaba, no te afecta la presión abisal de estos lugares sagrados. —Su presencia intimidante y sus ojos, desoladores como el vasto paisaje que nos rodea, no muestran ni rastro de la persona en la que había confiado—. Dime, ¿qué asuntos tenías pendientes conmigo?

Mantengo mi postura mientras nos movemos alrededor de la flor y tanteo el terreno resbaladizo a la espera del momento oportuno para atacar.

—¿No crees que es un poco tarde para hablar?

Una sonrisa agridulce le amplía los labios.

—Seré benévolo y te otorgaré algo de tiempo.

—El tiempo que me resta de vida lo emplearé acabando con la tuya —espeto y la furia me abrasa el corazón.

Soy rápida, muy rápida, y se lo demuestro cuando me precipito hacia él y su semblante de seguridad inquebrantable se tuerce al cortar el aire con su espada. Un silbido mortal retiene mis dagas cruzadas contra su hoja a centímetros de nuestros rostros.

—¿Estás siguiendo órdenes, Lhyssarys?

Su pregunta me arranca una risotada mordaz.

—¿Crees que alguien como yo acataría órdenes? —mascullo entre dientes.

©Piel de Cuervo (PDC) ROMANTASYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora