Capítulo 1

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-Muy bien nam descríbeme la primera vez que intimaste con rick,
detalladamente por favor hasta el último gemido es importante.

Freen sarocha se colocó la libreta en el regazo, presionó el botón de la grabadora y se reclinó en su asiento dispuesta a escuchar.

Uno de sus perros, Spud, tan relajado como freen nerviosa, se movió a su lado intentando acomodarse para echar una cabezada.

-Nam: ¿Has dicho la primera vez que intimamos? - bromeó -. Supongo que te refieres a la primera vez que nos acostamos, freen si piensas escribir sobre sexo, tendrás que decirlo así - hundió una galleta en la crema que freen había añadido a la fuente de galletas.

-Freen: Me estoy acostumbrando, ¿vale? He dicho gemido, ¿qué más quieres?

-Nam: Algo más, cariño.

Freen apagó la grabadora desconcertada por el desafio al que se estaba enfrentando había pasado de escribir una columna sobre la vida nocturna en la ciudad a convertirse en la responsable de una columna de sexo prácticamente de la noche a la mañana, bueno de un número a otro, mejor dicho.

Freen no tenía demasiada experiencia
en el sexo y mucho menos, en escribir sobre él y allí era donde su hipersexual amiga nam podía intervenir; en el caso de que realmente se decidiera a colaborar.

-Freen: Saldrá bien, no te preocupes -dijo Beth con firmeza.

No iba a decepcionar a sus lectoras. Ella cuidaba su columna a la que titulaba En la ciudad. En ella, firmando como Chankimha informaba sobre todo tipo de acontecimientos sociales, analizando cada detalle con toda la frescura y el ingenio de los que era capaz, aquella columna era su ventana al mundo y la hacía sentirse valiosa y viva, el dinero le importaba también pero no tanto como disfrutar de su trabajo.

-Freen: Entonces, háblame de rick y de esa primera vez -dijo, cambiando de postura y haciendo gemir a Spud en medio de su sueño-. ¿Ocurrió en vuestra primera cita? ¿Lo sugirió él o lo sugeriste tú? ¿Tuvisteis que forzar de alguna forma la situación o sencillamente sucedió?

-Nam: ¿Quieres decir que si de pronto la ropa desapareció, aparecieron los
preservativos y nuestros cuerpos se fundieron como por arte de magia? - sonrió.

Le había dicho a freen en más de una ocasión que era demasiado soñadora

-Nam: El sexo no tiene por qué ser forzosamente bonito y delicado. La gente se mueve, tiembla, se tambalea. Las cremalleras suenan -continuó-, los preservativos vuelan sobre la cama los cuerpos sudan y chirrían... Pero si tienes una buena predisposición, todo el mundo acaba pasándolo bien.

-Freen: A mí no me gustan esos aspectos tan sórdidos del sexo.

-Nam: Lo que a ti no te gustaba era el sexo con sen.

-Freen: Nuestras relaciones sexuales eran de lo más correctas.

-Nam: «Correcto» y «sexo» son dos palabras que no pueden aparecer en la misma frase.

Nam nunca había ocultado lo poco que le gustaba sen, aunque no había salido
de su boca un solo «te lo advertí».

Nam podía ser una mujer de ideas firmes pero era también una amiga leal.

-Nam: Freen si de verdad quieres hacer este trabajo, tienes que buscar otra forma de acercarte, menos encajes, menos limusinas y más «diez maneras de pasárselo bien en la cama»

-Freen: No voy a escribir para Cosmo -contestó desazonada-. Sigo escribiendo para la revista Phoenix Rising lo único que tengo que hacer es sazonar mi columna con un poco de sexo.

Mentiras y Algo MasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora